Las heridas de la Segunda Guerra Mundial siguen abiertas. Más aún cuando se conocen historias vividas dentro de los campos de concentración.
Stutthof ha pasado a la historia porque a sus prisioneros los mataban con una inyección de gasolina en el corazón, o en las cámaras de gas, o ejecutándolos de un disparo, o lanzándolos desnudos a la nieve hasta que se congelaran. (La ‘mujer más franquista de España’ estalla en Telecinco contra el cámara que grabó al ataque a la tumba de Franco: «¡Nazi!»)
Desde junio de 1942 hasta septiembre de 1944 Johann Rehbogen fue guardia allí, en el campo de concentración de Stutthof, cerca de la ciudad portuaria de Gdansk, en Polonia.
Hoy tiene 94 años, y en la ciudad alemana de Muenster acaba de empezar el juicio contra él por complicidad en los crímenes del nazismo.
No hay evidencias que lo vinculen personalmente a los 60 mil asesinatos, pero su condición de guardia de las SS lo convierte en cómplice de cientos de ellos, dijo el fiscal Andreas Brendel en la primera sesión del proceso. (Un avión nazi de la II Guerra Mundial se estrella en una autopista de Los Ángeles)
Rehbogen les aseguró a los investigadores que él trabajaba allí, pero no sabía lo que estaba pasando.
«Como guardia él tuvo que estar necesariamente informado de esos crímenes», declaró el fiscal Brendel. «Y el campo de concentración no es tan grande como para que no pudiera darse una vuelta y ver claramente desde una torre lo que estaba pasando allí».
El Centro Wiesenthal localizó 17 sobrevivientes de Stutthof para que participaran como testigos del caso, 15 de ellos residentes en Israel, uno en Estados Unidos y otro en Suiza, informa el diario israelí Haaretz. Ninguno recuerda personalmente a Rehbogen, pero van a declarar cómo funcionaba el campo de concentración. Familiares de algunos de los muertos en Stutthof también serán testigos.
Considerando que Rehbogen tenía menos de 21 años cuando fue guardia de las SS, se le procesa en una corte juvenil. Y también por otras consideraciones, en este caso su edad actual y su estado de salud, el juicio se limita a no más de dos horas al día, y a un máximo de dos días a la semana que tampoco pueden ser consecutivos. Esa es la razón por la cual se espera que dure por lo menos hasta enero.
Su abogado, Andreas Tinkl, dijo que el acusado hará una declaración durante las audiencias, pero no especificó lo que dirá ni tampoco cuándo. Rehbogen vive en la localidad de Borken, próxima a Munster y aún más cerca de la frontera con Holanda.
A pesar de su edad, es importante que Rehbogen sea procesado, enfatiza el Centro Wiesenthal.
«El paso del tiempo no minimiza la culpa de los perpetradores del Holocausto, y la edad no debe ofrecer protección a quienes cometieron crímenes tan atroces», dijo el principal cazador de nazis de la institución, Efraim Zuroff.
De acuerdo con Zuroff, una mujer que estuvo internada en los dos campos de concentración aseguró que los guardias de Stutthof eran más crueles que los de Auschwitz.
Cuando los investigadores le preguntaron al acusado por qué los detenidos estaban tan delgados, dijo que la comida era muy escasa para todos, incluso para los soldados, hasta el punto de que cabían dos en un mismo uniforme.
El primer caso de alguien que no hubiera cometido directamente crímenes en campos de concentración, pero fuera juzgado con éxito y hallado culpable en 2011 de complicidad en la muerte de casi 29 mil personas en el campo de concentración de Sobibor, también en Polonia, fue el ucraniano John Demjanjuk, otro guardia que vivía en Ohio y trabajó en la industria automotriz. En 1988 había sido condenado a muerte en Israel, pero falleció en un asilo de ancianos de Alemania a los 92 años después que lo deportaran de Estados Unidos.
Si Rehbogen es declarado culpable, enfrenta una condena de hasta 15 años de prisión.