La famosa mansión swinger ya no se llama más «Gypsy Queen» -la traducción al inglés de «Reina Gitana»- ni tiene tipografías doradas sobre fondos negros. Las letras fileteadas del portón de ingreso ya no están. Su nueva denominación luce en un cartel blanco con letras negras, sin la decoración floral que antes la presentaba. La casa se llama ahora «Flor de Liz» y en el cartel dibujaron dos figuras heráldicas. (EEUU indulta a una mujer que mató a un hombre que había pagado por sexo con ella cuando era una niña)
La costosa vivienda, ubicada sobre la calle Curupay entre Los Espinillos y Los Arrayanes en el fastuoso barrio Beverly Hills de Punta del Este (Uruguay), se purificó. Expropiaron el estilo Versace, refinaron las leyendas, remodelaron la finca en el interior y en la fachada, levantaron empapelados, decorados, pisos, reconstruyeron paredes y techos internos, reemplazaron elementos decorativos de reminiscencias no deseadas. La intención de sus dueños es exonerar a la propiedad de su pasado, eximirla y liberarla del voltaje sexual que quedó impregnado en su atmósfera. ( «A mi compañera le quemaron sus genitales con un cigarrillo»: la escalofriante realidad de las esclavas del sexo latinoamericanas en Japón)
El lavado de imagen pretende quitarle cada vestigio de su historia y convertirla en «una casa de familia», con una estética más sobria y menos sugestiva. Actualmente está habitada por una familia brasileña: se desconoce si son sus propietarios, el multimillonario brasileño Ronosalto Pereira Neves y su esposa Nayla Micherif, la miss Brasil edición 1997, responsables de conducir las reestructuraciones edilicias y espirituales de la residencia.
«Gypsy Queen» había sido el hogar de dos amigas que celebraban con cierta asiduidad fiestas sexuales con intercambios de parejas. Vecinos del barrio recuerdan ver los sábados por la noche una larga fila de autos estacionados en la puerta que no se correspondían con los movimientos que ocurrían en el interior de la vivienda: el silencio y la serenidad de un hogar que había recibido muchas visitas era sospechoso.
La verdad empezó a revelarse el 9 de julio de 2018. Un joven transportó desde Montevideo hasta el ingreso de Punta del Este a dos personas. Las esperó en el mismo lugar donde las había dejado, entre las paradas 41 y 42 de la Playa Mansa: no iban a tardar demasiado. En la terminal del balneario el ex jardinero de la mansión se encargó de llevarlos hacia la entrada de un edificio en la avenida Lavalleja y la calle Solís.
Las dos personas se bajaron del vehículo y tocaron el timbre del departamento donde vivía el profesor de inglés Edwar Vaz Fascioli. Le comentaron que tenían información sobre su hija, le mintieron diciéndole que había sufrido un accidente. Cuando los hizo ingresar al hall de entrada, lo ejecutaron de un balazo. Huyeron primero en el móvil del ex jardinero y luego en el auto que los había traído de Montevideo. Eran sicarios.
Lo que sucedió después del asesinato es historia conocida. El caso desató códigos del circuito swinger en Punta del Este: pasiones, lujuria, consumos en exceso, proxenetismo, entramado político, prostitución VIP, secretos de la alta sociedad. El primer detenido fue el empleado de la finca. Cuando lo aprehendieron, quebró el pacto de silencio: comprometió a Lulukhy Moraes, una mujer que vivía en una mansión donde él hacía trabajos de mantenimiento.
En su testimonio ante la justicia, confesó que la mujer a la que llamaba «Lulú» le había pedido que pasara a buscar a dos hombres (uno de ellos iba a tener un saco negro) para llevarlos a la casa del profesor. La persona a la que mataron de un tiro en la frente era su ex marido.
«Me pidió que el lunes no le falle. Que venían dos muchachos de Montevideo para darle un susto a su ex marido», afirmó el jardinero según consignó el diario uruguayo El País. En su declaración contó que no le había parecido sospechoso el plan, porque las conversaciones que Lulucky tenía con Vaz no eran en buenos términos. Tenían dos hijos producto de un matrimonio que se extendió entre 1997 y 2016. Se conocieron cuando Lulú tenía 14 años y Vaz era su profesor de inglés. Él vivía en un modesto departamento y ella en una mansión en el barrio más coqueto del balneario más top de Sudamérica.
El sábado 20 de julio, once días después del asesinato, la policía detuvo a «Lulú» en su residencia. Negó las acusaciones y acusó a su ex marido, difunto ya, de proxenetismo, de obligarla a prostituirse y a consumir drogas. El abogado del fallecido, Martín Etcheverry, introdujo en la causa un hipotético móvil del crimen: tres días atrás el profesor había elevado una demanda contra su ex esposa por supuestas maniobras fraudulentas para adulterar bienes gananciales en un acuerdo de divorcio que se estimaba en un millón y medio de dólares.
Lulucky no vivía sola en esa casa sino con Leticia Giachino. Fue ella quien invitó a su amiga Lulú (ella la bautizó su «socia de la vida») y a su pareja, por entonces el profesor Vaz, a que vivieran en la finca.
En esos años se desarrollaron las fiestas swingers que terminaron de asignarle un nombre mediático a la propiedad. Con el caso explotando en los medios, se la empezó a conocer como «Mansión Swinger» o «Mansión del Sexo». Pero en verdad, desde 2012 que la propiedad ya no pertenecía a Leticia: se la había vendido a un magnate brasileño en 1,4 millones de dólares. Aunque el nuevo dueño la contrató para que continuara administrando la vivienda.
De acuerdo a información que precisó la periodista uruguaya y especialista en el caso Laura da Rocha, cuando los dueños se enteraron del escándalo que asociaba a su propiedad con la ejecución de un ex inquilino, decidieron despedir a Leticia, días después de que Lulú quedara detenida en carácter de imputada del delito de homicidio por ser considerada autora intelectual del crimen. Leticia también está con prisión preventiva acusada de haber participado en el asesinato: la fiscal Silvia Naupp le imputó un delito de homicidio especialmente agravado por la premeditación.
Ambas estaban presas en el establecimiento Las Rosas, el centro penitenciario del departamento de Maldonado, hasta que trasladaron a Lulucky a una prisión en Montevideo. En la causa hay cinco personas formalizadas (la figura jurídica en la que un juez de garantía formaliza el proceso penal de una persona y define si será sometida o no a juicio): las dos amigas más Mauro, nueva pareja de Lulú y detenido como co-autor de un homicidio especialmente agravado por la premeditación, el ex jardinero, indicado como cómplice, y el joven dueño del auto que llevó a los sicarios desde Montevideo hasta Punta del Este.
Este último ahora goza de prisión domiciliaria porque tras ser investigado, pudo comprobarse que solo prestó su auto y que jamás tuvo conocimiento del delito que iba a perpetrarse. Ninguno de los detenidos confesó su culpabilidad: todos negaron haber participado del crimen. Hasta el momento las imputaciones son primarias en virtud de testimonios y pruebas que se han recabado. Mientras la fiscalía continúa las investigaciones para dar con los autores materiales del asesinato, dispone de más de un año para anunciar una nueva audiencia.
«Gipsy Queen» es un nombre que ya no está en el lugar donde nació. Solo queda en los medios, en la justicia y en el imaginario colectivo. Desde principios de diciembre del año pasado, la casa se llama «Flor de Liz»: supone la representación simbólica de un lirio, fue estandarte en la realeza francesa, en religiones dispares, en la masonería, en la alquimia y hasta en el movimiento scout. Puede caracterizar una serie de valores nobles: honor, soberanía, lealtad. También pureza.