Sexualidad

¿Por qué se sigue confundiendo con prostitutas a mujeres que están solas en público?

El relato de una ejecutiva a la que no dejaron sentarse en la barra de un restaurante de Nueva York

¿Por qué se sigue confundiendo con prostitutas a mujeres que están solas en público?
mujer en bar

A estas alturas, ver a una mujer sentada sola en un restaurante no debería suponer un problema. Especialmente si el restaurante está en el centro de Nueva York (Estados Unidos), considerada una de las ciudades más progresistas del planeta. («Me querían convertir en prostituta»: La terrible historia del joven que se suicidó denunciando abusos de curas )

Así que cuando a Clementine Crawford le dijeron que no se podía seguir sentando en la barra de su local favorito de Manhattan, no entendió el porqué. (Una prostituta se ‘desnuda’ y desvela las preguntas tipicas de sus numerosos clientes)

Tal como escribió, todavía quedó más confundida cuando un hombre que llegó poco después de que a ella la mandaran a una mesa pudo sentarse en la misma barra.

Solo cuando preguntó qué pasaba le dijeron que el dueño había ordenado «tomar medidas contra las prostitutas».

No importaban los años que pasó cenando en ese mismo lugar y su exitosa carrera como ejecutiva. La implicación para todas las mujeres que estaban solas era clara.

Crawford, que reparte su tiempo entre Londres y Nueva York por su trabajo en la firma Finch & Partners, peleó furiosa por su derecho a sentarse en la barra al igual que lo hacían los hombres solos.

Pero en lugar de una disculpa, sus argumentos fueron recibidos con un gesto de desdén.

Crawford se marchó del restaurante, un lugar que adoraba en el que los camareros conocían su nombre y que ahora se había convertido en un local en el que no se sentía bienvenida.

La BBC intentó sin éxito conocer la opinión del restaurante sobre lo sucedido.
Lucha pendiente

Crawford contó su experiencia en un artículo en el sitio web DrugstoreCulture.com.

«Todos estos años hemos estado luchando por un espacio propio sin saber que en realidad todavía tenemos que luchar por un asiento en la mesa (o en la barra, para ser estrictamente precisa)», escribió.

Comer solas es, para muchas mujeres, una situación que intimida. La barrera protectora de un libro o, más recientemente, de un teléfono, lo hace más fácil. De alguna manera te sientes menos expuesta, menos vulnerable.

Pero si preguntas, nadie sabe exactamente para empezar la razón por la que las mujeres se sienten vulnerables. Sin duda, experiencias como la de Crawford en las que las suposiciones del personal o de otros comensales se articulan de forma tan descarada, no son comunes y surgen separadas en el tiempo.

Pero Crawford le dice a la BBC que puede ser más común de lo que pensamos.

«Desde que se publicó el artículo, un número de mujeres, incluidas algunas que viven en el moderno Manhattan, han contado casos en los que han sufrido un trato parecido en una serie de escenarios distintos y les alivia ver que se le da voz al #smallstuff (cosas pequeñas)«, señala.

«La anécdota del restaurante es solo un símbolo de lo que muchas mujeres enfrentan diariamente incluso en esta era ‘post-MeToo‘».

«Algunas dijeron que no se sienten cómodas cenando solas por el miedo a ser cosificadas e indicaron que comer sin compañía les parece un gesto de valentía», añade.

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