La crisis política en Venezuela parece estar cada vez más cerca de un desenlace final, en cualquier minuto podría cambiar definitivamente la situación del dictador Nicolás Maduro, así como del resto de la cúpula chavista y concretarse plenamente la asunción del presidente encargado Juan Guaidó.
¿Qué pasará entonces en Venezuela tras el cese de la usurpación, el gobierno de transición y las elecciones libres?
América Latina tiene una larga y triste historia que, casi en la totalidad de los países, ha sido escrita por gobiernos dictatoriales. Sus destinos fueron muy disímiles: ya sea porque esas dictaduras fueron derrotadas en las calles, porque pasaron por un periodo de transición, o porque concluyeron a través del voto popular, pero no han sido tan distintos los destinos de los hombres que personificaron esas dictaduras.
A continuación, una lista completa de los dictadores latinoamericanos y sus desenlaces:
Manuel Antonio Noriega (1983-1989)
Manuel Antonio Noriega escribió uno de los capítulos más oscuros de la historia de Panamá, primero como agente de contrainteligencia de la CIA, después como dictador aliado, y más tarde como caudillo rebelde derrocado por las armas.
En los apenas seis años que ocupó el cargo de «líder máximo de la liberación nacional de Panamá», además de sus abusos de poder, fraudes, represión contra opositores, y violaciones de Derechos Humanos, Noriega se dedicó a aceitar sus vínculos con el narcotráfico colombiano y a incursionar en el tráfico de armas.
En 1992 fue juzgado en Estados Unidos y condenado a una pena de 40 años de reclusión por sus vínculos con el cartel de Medellín. A principios de 2008, Francia solicitó su extradición, lo que le valió el traslado desde la prisión en Miami hacia una en París.
En 2010 fue condenado por la justicia francesa que, sin embargo, le concedió en 2011 la prisión domiciliaria, antes de ser extraditado a Panamá, donde fue juzgado nuevamente por causas vinculadas a los Derechos Humanos y cumplió condena hasta su muerte, a los 83 años, como consecuencia de un tumor cerebral.
Augusto Pinochet (1974- 1990)
Pese a la derrota, Pinochet continuó 8 años más al frente del Ejército chileno y estuvo protegido por una ley de Amnistía, que había sido votada al principio de su mandato. En 1998, asumió como senador vitalicio, aunque las críticas internas y externas y la salida a la luz de los crímenes de la dictadura lo obligaron a mantenerse lejos de los flashes de política chilena.
Acusado por su implicación en genocidio, terrorismo internacional, torturas y desaparición de personas, Pinochet fue detenido en Londres y debió responder ante tribunales de ese país, antes de su extradición a Chile, donde murió mientras cumplía prisión domiciliaria, en el año 2006.
Rafael Videla (1976-1981)
Videla fue uno de los miembros de la Junta Militar que gobernó en Argentina hasta 1984, después de perpetrar un golpe de Estado y durante un periodo en el que se cometieron una serie de violaciones a los derechos humanos que incluyeron asesinatos, desapariciones y torturas a miles de personas.
Durante el primer gobierno democrático, a cargo de Raúl Alfonsín, Videla fue juzgado y condenado a cadena perpetua, aunque posteriormente indultado. En 1998 fue detenido nuevamente por la causa de apropiación de menores, y estuvo en prisión domiciliaria hasta 2008, cuando perdió ese beneficio. Murió en prisión en el año 2013 a los 87 años de edad.
Alberto Fujimori (1990-2000)
Pese a que llegó a la presidencia a través de elecciones libres en el año 1990, dos años más tarde Fujimori tomó el poder por la fuerza, eliminando las garantías democráticas hasta el fin de su mandato, en el año 2000.
Tras su renuncia vía fax y un periodo de autoexilio, intentó volver a Perú, pero fue detenido en Chile, extraditado y condenado por delitos como asesinatos, secuestros, y lesiones, además de como responsable por una serie de matanzas.
Actualmente se encuentra detenido, tras un indulto recibido por parte del ex presidente Pedro Pablo Kuczynski pero rápidamente anulado. Por el momento, la justicia ha rechazado sus pedidos de prisión domiciliaria, y cumple condena en el penal Barbadillo, a sus 80 años.
Alfredo Stroessner (1954-1989)
Los 35 años del gobierno de Stroessner en Paraguay constituyeron el mandato a cargo de una sola persona más largo de la región, posible a fuerza de una brutal represión policial, la implementación de escuadrones de la muerte y la imposición de la ley marcial.
Corrupción, persecución, torturas y desapariciones a opositores fueron una marca de su gobierno, que terminó con un golpe de Estado en su contra comandado por su consuegro y hasta entonces mano derecha.
Tras su caída, sus opciones se redujeron y debió exiliarse en Brasil, donde vivió hasta su muerte en 2006, a los 93 años de edad. Aunque falleció en el exilio por no poder regresar a Paraguay, Stroessner nunca fue juzgado ni condenado por sus crímenes.
Fulgencio Batista (1952-1959)
Batista llegó al poder en Cuba a través de un golpe de Estado, tras el cual abolió la constitución, se alió con los latifundistas e incluso se vinculó con los negocios florecientes de ese entonces en la isla, como la prostitución, el narcotráfico, y las apuestas.
La aplicación de la censura, la represión y la persecución creció al ritmo que aumentaban las protestas y manifestaciones en su contra, hasta que finalmente fue derrocado en el año 1959 por el Movimiento 26 de Julio, liderado por Fidel Castro. Su exilio comenzó en República Dominicana, siguió en Portugal y terminó en España, donde murió a los 72 años.
Juan María Bordaberry (1973-1976)
Bordaberry gobernó Uruguay primero como presidente electo, desde 1971, y luego como dictador. En 1973 Bordaberry presidió el golpe a través de la disolución del Parlamento, las organizaciones sociales, los partidos políticos y la supresión de las libertades civiles.
Tres años después, sus discrepancias con el Ejército le valieron su destitución y, en el año 2006, fue condenado por la justicia uruguaya por crímenes de lesa humanidad y desde entonces estuvo detenido. Falleció en el año 2011 cuando gozaba del beneficio de la prisión domiciliaria.
François «Papa Doc» Duvalier (1957-1971)
Duvalier comenzó su carrera política siendo un médico popular y reconocido por su trabajo social en Haití. En 1957 fue elegido presidente con el respaldo del Ejército, y una vez en el poder, se recostó en el misticismo vinculado a la religión vudú, muy difundida en el país.
Tras desarticular supuestas conspiraciones militares para derrocarlo, impuso un gobierno marcadamente represivo. Luego de ganar unos comicios en los que, según el escrutinio oficial, todos votaron por él, se declaró presidente vitalicio en 1964. Según algunas estimaciones, más de 30 mil personas fueron asesinadas durante su gobierno. Murió el 21 de abril de 1971, a los 64 años, y como indicaba la Constitución, fue sucedido por su hijo, Jean-Claude Baby Doc Duvalier, de apenas 19 años.
Una rebelión derrocó al segundo Duvalier en febrero de 1986, tras lo cual lo que quedaba del cuerpo de Papa Doc fue desenterrado y, en un rito macabro, apaleado hasta el cansancio.
-Anastasio Somoza García, Luis Somoza Debayle y Anastasio Somoza Debayle, Nicaragua (1937-1979)
Tres miembros de la familia Somoza gobernaron Nicaragua en cinco periodos distintos en los años centrales del siglo XX, hasta que fueron derrotados y expulsados del poder por la Revolución Nicaragüense. Durante todo ese periodo, los altos puestos militares y políticos estuvieron reservados para miembros, parientes y allegados de la familia Somoza.
Anastasio Somoza García murió 8 días después de ser atacado a disparos por un joven poeta en una fiesta de su partido. Tras un breve lapso en el que Luis Somoza Debayle asumió la presidencia intentado algunas reformas democráticas, Anastasio Somoza Debayle fue elegido presidente en 1967, lo que años más tarde degeneró en una dictadura. En 1979 y ante el ascenso de la revolución sandinista, renunció a su cargo y se exilió en Paraguay, donde fue asesinado ese mismo año.
-Marcos Pérez Jiménez (1953-1958)
Pérez Jiménez gobernó Venezuela con una política altamente represiva, que incluyó la prohibición de los sindicatos, disolución de partidos políticos, la censura en los medios de comunicación y el fraude para perpetrarse en el poder.
Sin embargo, su gobierno terminó de la forma en la que había comenzado y fue un golpe de Estado perpetrado por sectores militares descontentos los que precipitaron su caída y su posterior exilio, primero a Estados Unidos y luego a España. Antes de su muerte, a los 87 años, en su casa de Madrid, Pérez Jiménez había cumplido una condena de 4 años en Venezuela por corrupción y, tras un intento, fue inhabilitado para ser candidato presidencial, lo que lo obligó a retirarse definitivamente de la política.