Las estadísticas varían porque los expertos no terminan de ponerse de acuerdo sobre qué se puede llamar matanza en una escuela y qué no. Además, los números se ensanchan cuando se toman en cuenta las masacres en supermercados, en la calle o en edificios públicos o de empresas. (Pánico, tiros y muerte: el terrorífico vídeo de la masacre en la escuela de Brasil)
Pero, si se aceptan las cifras preparadas recientemente por el Washington Post, unos 187.000 estudiantes de Estados Unidos estuvieron expuestos a tiroteos en escuelas primarias y secundarias desde el célebre episodio de la Columbine High School, en Littleton, Colorado, cuando -el 20 de abril de 1999- quince personas terminaron muertas y 21 heridas. Estas tragedias también con cada vez más frecuentes en otras partes del mundo. México las conoce. Y esta semana, ocho estudiantes brasileños murieron en la matanza que perpetraron dos ex alumnos de la escuela en un suburbio de San Pablo. (Expulsan de la escuela a niños huérfanos por miedo a que contagien el VIH a sus compañeros)
Por eso llamaba la atención que a nadie se le hubiera ocurrido, hasta ahora, diseñar algún tipo de protección portátil para esos estudiantes, un blindaje que pasara desapercibido entre cuadernos, lápices y libros de texto.
¿Y qué tal una mochila que luzca como un bolso común pero que esté construído en parte con paneles antibalas de Kevlar?
Esa pregunta se la hicieron dos ex soldados de las Fuerzas Armadas de Israel, ex comandos de la brigada de Infantería Golani para ser más precisos, con años de experiencia en eso de encontrarse bajo las balas, escapando a la muerte o las heridas.
«La idea nos surgió al ver los incidentes en Estados Unidos, los tiroteos masivos, la violencia con armas en las calles, en las escuelas, en lugares públicos», explicó el coronel retirado Gabi Siboni, uno de los creadores de ArmorMe, las mochilas antibalas que ya están a la venta en Amazon y que pueden detener los disparos de un revólver .44 Magnum o pistolas 9 milímetros.
Conversando con Infobae, Siboni recordó que uno de sus ex subordinados en Golani fue quien le señaló que en Estados Unidos ya se vendían mochilas militares a estudiantes preocupados por su seguridad.
«Vimos que hay un mercado de gente que busca protegerse en estos casos», continuó el ex soldado. «Pero también notamos que se trataba de protecciones blindadas en la forma de bolsos muy tácticos, estilo militar», precisó.
«Pensamos que sería mejor diseñar algo de alta calidad pero de apariencia más convencional, algo que cualquiera pueda usar sin parecer un soldado» en el aula, dijo Siboni.
Como las matanzas en Estados Unidos parecen no tener fin -un joven de 17 años armado con una escopeta, bombas caseras y cocteles Molotov mató a diez personas en una escuela secundaria de Texas en mayo del año pasado, mientras que en febrero Nikolas Cruz, de 19 años, asesinó a diecisiete e hirió a otros tantos en Parkland, Florida-, la exposición mediática para productos como ArmorMe parece asegurada.
«No me preocupa que nos digan oportunistas, esa es una acusación sin sentido», afirmó Siboni. «¿Entonces qué se puede decir de la gente que inventó el airbag» para los automóviles?, se preguntó, no sin razón.
Las mochilas ArmorMe (su eslogan es «Protection wherever you go», o «Protección adonde sea que vayas») se pueden comprar en el website de la compañía de los soldados israelíes o en Amazon. En el sitio de e-commerce se venden en dos versiones: con un solo panel de Kevlar, a 189,99 dólares más impuestos y gastos de envío, o con dos paneles, a 249,99 dólares más los gastos.
Además de las previsibles ediciones en negro y en verde militar, los bolsos se consiguen también en azul, en rojo borgoña y en gris. Viene con todos los bolsillos y cierres que se pueden encontrar en mochilas comunes, el compartimento para la computadora portátil, y está fabricado con materiales «eco-friendly».
Aunque se excusó de ofrecer datos de ventas, Siboni aseguró que por lo menos 40.000 personas ingresaron al website de ArmorMe en los últimos meses, y que la campaña que lanzaron recientemente en Facebook alcanzó un millón de respuestas.
Por ahora, y por razones obvias -un estudio reciente señaló que por lo menos un tercio de todos los tiroteos masivos registrados en el mundo entre 1966 y el 2012 ocurrieron en Estados Unidos-, el «target» de ArmorMe es el mercado norteamericano, aunque no descartan expandirse a otras regiones con antecedentes violentos, como América Latina o Europa del Este.
En entrevistas con medios israelíes, Siboni reconoció que, al diseñar ArmorMe, «no estábamos buscando hacer un chaleco antibalas». En cambio, señaló, «quisimos hacer una buena mochila capaz de proteger al usuario, que pueda hacer la diferencia en una situación de vida o muerte».
Para eso, por ejemplo, las mochilas de dos paneles se pueden extender y brindar una protección tipo «frazada», desde el cuello hasta las rodillas. El website de ArmorMe incluye varias fotografías que muestran cómo se pueden utilizar los paneles de Kevlar en caso de tiroteos.
Aunque algunos expertos se muestran escépticos frente a este tipo de productos, es difícil no admitir sus ventajas cuando se recuerdan los relatos de cientos de chicos que estuvieron a merced de agresores armados en escuelas de Estados Unidos.
En el caso de Columbine, por ejemplo, imágenes de las cámaras de seguridad mostraron a los dos atacantes, los alumnos Eric Harris y Dylan Klebold, ambos del último año de la secundaria, paseándose armados por la biblioteca del edificio, mientras decenas de compañeros buscaban esconderse o escapar del alcance de las escopetas y las pistolas.
En el caso más reciente de la Stoneman Douglas High School en Parkland, Florida, el oficial policial a cargo de la seguridad en la escuela permaneció afuera del edificio mientras adentro ya sonaban los disparos. Scot Peterson -que luego fue suspendido de su cargo y terminó renunciando- no se animó a entrar a enfrentar al atacante, y dejó a los alumnos indefensos durante la primera parte de la masacre.
En casos como estos, cuando no hay nada entre los estudiantes y las armas de los agresores, «nuestra idea es ofrecer una variedad de opciones para protegerse», afirmó Siboni. «Lo pensamos para que funcione no solamente para proteger el pecho, como un chaleco antibalas, sino que también se pueda extender y proteger las piernas, o cubrirse la espalda cuando el estudiante logró tirarse al piso».
El ex comando israelí admitió también que los estudiantes no llevan todo el tiempo encima la mochila, y que su utilidad en caso de tiroteo dependerá de su proximidad cuando estallen los disparos.
Consultado por Infobae, uno de los principales expertos norteamericanos en tiroteos masivos, el profesor Peter Langman, dudó de la practicidad de los bolsos blindados. «En muchas escuelas -estimó-, los estudiantes guardan sus mochilas en lockers, no las llevan encima todo el día». Así, «los bolsos no estarán accesibles en el momento de crisis», continuó Langman, doctor en Psicología por la Clark University, de Massachusetts, y creador del website Schoolshooters.info, uno de los más autorizados sobre el tema.
Usar las mochilas con Kevlar «puede crear una ansiedad abrumadora en los chicos, traumatizándolos con miedos a ser baleados», opinó Langman en la entrevista por correo electrónico con Infobae.
Langman notó además que «las chances de ser asesinado en un tiroteo en una escuela son extraordinariamente bajas». Hay más posibilidades de que a los chicos les disparen «fuera de la escuela, en un restaurante, en un centro comercial, en el vecindario o en su propia casa, y a pesar de eso no se comercializan de manera masiva escudos antibalas para esos escenarios», destacó.
En todo caso, los ex soldados israelíes parecen estar en sintonía con el profesor: uno de sus próximos lanzamientos será una colección de carteras de mujer provistas con protección antibalas. Algo que podrá resultar útil en incidentes como los que describió Langman, esos que ocurren en los shoppings o en restaurantes.