Una familia de Utah (EEUU) está siendo víctima de un acoso extremo que se manifiesta en el envío de servicios no solicitados a su vivienda, desde pizza hasta prostitutas. (Experimentada prostituta destapa la verdad detrás del tamaño del pene)
Walt Gilmore vive con su familia en Salt Lake City, y desde agosto es víctima de un individuo que, a través de llamadas y mensajes de teléfono, envía a un desfile de trabajadores a su casa, cerca de 20 al día, ofreciendo servicios de electricidad, plomería, jardinería, remolque para el carro, etcétera. (Resuelven el misterio de los icebergs verdes de la Antártida)
Algunos de ellos son además ilegales, según ha denunciado la familia y la policía local. “Tienen antecedentes policiales. Criminales. Presidiarios. Personas con órdenes de arresto pendiente vienen a mi casa, buscando drogas, ofreciendo servicios de prostitución”, indica Gilmore, “nos preocupa mucho a mí, a mi familia y al vecindario entero que esa gente esté por aquí”.
El responsable de este acoso puede estar usando un programa informático que permite hacer llamadas y enviar mensajes de forma que parezca que provienen de otro número, lo que convierte en casi imposible rastrearlo, según la policía, que asegura estar usando software de reconocimiento de voces para encontrarle.
Gilmore asegura haber recurrido ante la justicia contra la persona que sospecha está detrás de este acoso, que según registros judiciales viviría en Hawaii. La policía está investigando a varios sospechosos y no descarta ninguna hipótesis.
“Es muy vengativo, lo que están haciendo”, indica Mitch Gwilliam, de la policía local, “acoso es acoso, pero esto es acoso en esteroides, es muy salvaje”.
Desde pizzas hasta un servicio de limpieza para reparar una inundación ficticia, en total las compañías que han acudido a su hogar han perdido alrededor de 20.000 dólares en horas de trabajo y bienes. La policía ha recibido al menos 80 llamadas de emergencia para acudir a ese domicilio sólo en febrero.
Ahora hay aparcado un vehículo de policía a la puerta de la casa con un cartel de alerta para avisar a los trabajadores que han sido engañados.
“Me siento atrapado en mi casa, me siento amenazado”, explica Gilmore, “mi esposa tiene un susto de muerte todo el rato, el resto de mi familia no quiere salir fuera porque no sabe qué esperar, es muy amenazador, y no sólo para mí, para todo el vecindario”.