Dos sicarios en moto interceptaron un vehículo que transitaba por Pozuelo de Alarcón (Madrid) y atacaron a tiros a su conductor, un hombre de 43 años que murió en el lugar…
La historia confirma, que quienes se han dedicado al mundo narco efectivamente pueden dejarlo, pero en cambio, el mundo narco a ellos nunca los abandona.
Un claro ejemplo de ello es el caso de Ricardo Rojas Montes, que protagonizó aquel episodio tenebroso que sacudió uno de los sectores más exclusivos de Madrid la mañana del 12 de marzo de 2018.
Tras ser identificado por la policía, se comprobó que era de nacionalidad colombiana, y que figuraba como un importante empresario de la ciudad española, este hombre había logrado el sueño de Pablo Escobar, pero lo que pocos imaginaban era que Ricardo escondía un oscuro pasado.(Capturan, tras 34 años escapando, al narco que secuestró y torturó a Enrique «Kiki» Camarena)
Vivía con su familia en la más lujosa urbanización madrileña, La Finca, en una enorme casa de 535 metros de planta, dos pisos y un sótano, que más parecía un búnker arbolado rodeado de vallas, cámaras y alarmas.
La vivienda contaba con un salón comedor con chimenea, una cocina, tres dormitorios con baño cada una, un despacho, vestidor independiente, una piscina con barbacoa, una suite con baño y jacuzzi y un extenso jardín; de acuerdo con el diario El Español.
Solo el arriendo de la mansión costaba alrededor de 5.000 euros mensuales. No era para menos en la ciudad de Pozuelo de Alarcón, la más exclusiva de la comunidad de Madrid, donde residen también importantes empresarios, políticos y hasta futbolistas como Cristiano Ronaldo y James Rodríguez cuando jugaban en el Real Madrid.
Paradójicamente es considerado el conjunto más seguro de Europa, pues tiene una seguridad privada que consta de patrullas las 24 horas, videovigilancia y sistema infrarrojo para detección de movimientos.
Rojas pasaba desapercibido entre sus vecinos, lucía como ellos. Siempre vestido con ropa de Dolce&Gabanna, con un reloj Richard Mille de 400.000 euros y manejando porsches. Lujos que todos creían que provenían de una próspera cadena de negocios en los sectores aeronáutico e inmobiliario.
Con esas supuestas empresas justificaba las enormes propinas que dejaba en el restaurante Ten con Ten, los viajes en velero, los constantes paseos por Roma y los 18.000 euros que invertía cada año en la educación de su hijo.
Ese día de marzo de 2018, como todas las mañanas, salió de su casa con su esposa -una exreina de belleza, también colombiana, de la que nunca se supo el nombre- en un Volkswagen Golf plateado para llegar a su pequeño hijo de 9 años al British Council School, uno de los colegios privados más caros de España (la matrícula vale casi 6.000 euros el trimestre).
Minutos después de dejar al niño estudiando, dos sicarios en moto se acercaron a la ventana del conductor, y uno descargó el arma en él.
Rojas recibió 10 impactos de bala, su esposa salió ilesa, pero las autoridades la encontraron en estado de shock. Los sicarios usaron silenciador, nadie escuchó nada, y solo los transeúntes que pasaban por el lugar al momento del crimen pudieron percatarse de la situación.
Después todo fue confusión, las patrullas de la Policía no demoraron en cercar con cinta amarilla la escena. En ese momento los conocidos de la víctima no se explicaban quién y porqué querrían matar al exitoso empresario colombiano.(Rolling Stones, la deuda externa, García Márquez y la espada de Bolívar: los mitos de Pablo Escobar)
De acuerdo al diario El Tiempo, Rojas constituyó en 2005 la sociedad Desarrollos Empresariales Atenas SL con dirección en la avenida del Mediterráneo en Madrid, que comercializaba artículos electrónicos, ropa y actividades inmobiliarias. Además, fue administrador de Aeronovo Ingenieros S. A., una compañía de construcción y mantenimiento aeronáutico. Todas estas empresas ya habían desaparecido antes de su muerte, pero nadie lo sabía.
En Colombia, el hombre -que tiene doble nacionalidad española- aparece como presidente de una liga deportiva de Bogotá, y hasta con el puesto de votación en la ciudad de Santa Marta, según el medio nacional. Por ello, para la élite madrileña fue una sorpresa enterarse de la vinculación que Rojas tenía desde hacía décadas con el narcotráfico, por la que había estado tres veces en la cárcel. De hecho, ya había sobrevivido a otros atentados: a dos secuestros y a una amenaza en la que retuvieron a su madre con una pistola.
Los verdaderos antecedentes
Detrás de la fachada de empresario, Rojas era conocido en el mundo de la mafia como ‘Richi’. Era oriundo del municipio de Zarzal, en el Valle del Cauca. A principios de los 90, cuando apenas tenía 15 años, se ofreció como sicario a un narco paisano, Gustavo Valencia.
Terminó viviendo en la finca de este, donde producían la cocaína. Fue ahí donde conoció a un integrante de la banda Los Miami, la organización con el mayor dominio de distribución de droga en Madrid, en aquella época.
Fue así como terminó en España a los 17 años, trabajando como repartidor de estupefacientes; de acuerdo al diario español El Mundo. En esas andanzas conoce al cabecilla de Los Miami, Juan Carlos Peña, y empieza a trabajar para él.
Cuando apenas tenía 21 años ya registraba dos ingresos a la cárcel por tráfico de estupefacientes, uno en 1992 y otro en 1993. Pero pronto traicionó a su jefe, se llevó sus contactos, se consiguió nuevos socios y empezó su propia red de narcotráfico.
Al tiempo, dijeron conocidos de forma anónima al diario El Mundo, colaboraba con las autoridades policiales para tener inmunidad. Se convirtió en un soplón, informaba sobre grandes cargamentos que llegaban desde Colombia, mientras hacía crecer su negocio.
Fue el mayor distribuidor de droga en grandes discotecas. En una de ellas conoció a una prostituta brasilera, Seanyn Avila-Serrati, conocida como ‘Sousou’, que vestía ropa de marca e iba a los mejores centros estéticos con el trabajo en un pub donde le pagaban 1.000 euros por hora.
‘Sousou’, que actualmente vive en La Vegas, también era narcotraficante, fue capturada en Francia en 2005 con un cargamento de cocaína. En ese momento relacionaron a Richi con Los Miami, que eran los socios de la brasilera.
De hecho, una llamada interceptada por agencias antimafia de España dan cuenta de un megacargamento que se cayó y era propiedad del colombiano. En 1996 la policía ya había tratado de desmantelar la banda.
Los Miami funcionó durante 15 años distribuyendo droga en las mejores discotecas de Madrid y lavando el dinero de esa actividad ilícita, hasta 2011 cuando en un operativo conjunto entre el FBI, fiscales de Florida y la policía española capturaron a 17 personas en España y 4 en Estados unidos, y encontraron una caleta con 25 millones de euros.
Rojas, aunque estuvo vinculado en la investigación, se libró de ello y fue entonces cuando se fue a vivir a Pozuelo de Alarcón bajo la fachada de empresario.
Ahí supieron que ‘Richi’ era un soplón, había delatado a su antiguo jefe para poder tener el control del negocio. Esa era la explicación de que hubiera quedado libre y con nacionalidad española pese a aparecer en el organigrama de Los Miami y como pareja de la narcotraficante Seanyn Ávila.
Incluso, después de eso fue encarcelado nuevamente en 2016 por agredir a unos agentes de policía que lo seguían. Y en Colombia las autoridades lo vinculan con el extraditado Daniel ‘Loco’ Barrera, uno de los grandes capos del país.(Fue enemigo de Pablo Escobar, apostó por la amapola y pasó a ser el macabro «rey de la heroína»)
Para entonces, ‘Richi’ tenía muchos enemigos. Una persona que trabajó con él contó a El Mundo que recibía cargamentos desde Colombia que nunca pagaba, por eso un día una de las bandas criminales a las que intentó estafar retuvieron a su mamá y lo llamaron cuando le apuntaban con una pistola, amenazando con matarla si no pagaba la deuda. Esa vez le tocó acceder, pero en muchos otros casos no lo hizo.
«Todo eso fue creándole una fama en nuestro mundillo que, unido a que era un chivato (soplón), pues era un cóctel mortal. (…) Debía tanto dinero a tantos cárteles diferentes, que sabíamos que tarde o temprano ocurriría esto», dijo un narco de Madrid a El Mundo.
Y en efecto, lo que pudieron comprobar las autoridades es que su asesinato fue un ajuste de cuentas cometido por una oficina de cobros colombiana a la que le habrían pagado 50.000 euros.