La violencia ocasionada por los grupos del narcotráfico que operan en México se expande por todo el país. Narcofosas, decapitaciones, desmembramientos, desollamientos, mutilación, «entambados», apaleados, colgados, entre otros tipos de tortura que emplean los criminales; buscan sembrar terror entre la población, enviar mensajes a los enemigos y autoridades para, eventualmente, debilitar sus estructuras, físicas, morales y de poder. ( Narcos: Así terminan quienes no se alinean con el CJNG y “El Mencho” en Jalisco)
Los variados métodos de tortura aplicados por los cárteles mexicanos de la droga, que generalmente terminan en la ejecución de las víctimas, se realizan con instrumentos rudimentarios, que habla de un retorno «al salvajismo más primitivo y sanguinario», según los especialistas del tema. ( Víctima de los narcos: Matan a sus padres, la violan y la obligan a llevar los cadáveres en el maletero del carro)
Todos estos tipos de violencia son procedimientos que se realizaban en distintas épocas y lugares, que actualmente el narco los ha retomado y se han vuelto tan comunes que ya conforman una expresión de la llamada cultura del narcotráfico.
Recientemente se dio a conocer por medio de fotografías que circularon por redes sociales,las imágenes de un grupo de personas caminando desnudas y pintadas por las calles de Nuevo Laredo, Tamaulipas.
Los reportes de los medios de comunicación locales indican que el Cártel del Noreste se burló de ellos al colorearlos con los motivos de los Avengers, la franquicia de Marvel que ha causado furor a nivel mundial, con la última entrega «Avengers: Endgame».
Pero no todos los grupos criminales se quedan serenos con «burlarse» de sus enemigos.
«Los Zetas» fueron identificados en su momento como el grupo delictivo más sanguinario, ahora ese nada honroso lugar se lo disputa el Cártel Jalisco Nueva Generación.
Un ejemplo del terror que generaban, y que ellos mismos difundían, es un video que circuló por internet en el 2017 de la ejecución de un supuesto sicario del grupo rival de Los Zetas.
El video muestra la sesión de tortura a la que fue sometido antes de asesinarlo. Entre risas le gritan: «Sigan mandando más mugrosos de estos CDN, aquí en Ciudad Mante puro cártel de Los Zetas culero puro zetón», mientras la víctima lloraba de dolor. Luego le cortan a cuchillo los pies, las manos y finalmente la cabeza. Para «rematarle» le acribillan.
En un operativo militar realizado en el municipio de Camargo, Tamaulipas, el 13 de abril de 2010, se localizó una bodega de Los Zetas con «seis tablas de tortura», en las que se colocaba a las víctimas para azotarlas o desgarrarles la piel.
En épocas pasadas los cuerpos de los torturados y asesinados eran entregados a sus familiares, incluso en tiempos de la Inquisición, cuando se respetaba al cadáver y se le daba importancia a la salvación del alma. Ahora no; el cadáver es anónimo, ni siquiera vale la pena identificarlo. Esa es la variante, indican especialistas.
Las llamadas narcotorturas, que incluyen la ejecución, pues es muy raro que un torturado salga vivo, se dan en un escenario desbocado, donde todos los límites han desaparecido.
Uno de los métodos empleados por la organización de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán incluía inyecciones de adrenalina. El objetivo era acrecentar la sensación de dolor durante torturas que eran prolongadas el mayor tiempo posible. Los químicos suministrados servían para afectar el sistema nervioso central y así poder mejorar la respuesta al dolor.
Un miembro de un cártel rival, fue una de las víctimas que murieron bajo este procedimiento. Su cadáver, cortado en pedazos, fue repartido en varias bolsas de plástico que fueron abandonadas en una calle de Los Mochis, en el estado mexicano de Sinaloa.
Y por si esto no hubiera sido suficiente, la policía descubrió que los homicidas le habían desollado la piel del rostro para coser la piel en un balón de fútbol.
En el estudio Decapitados y narcomensajes: el lenguaje del crimen, incluido en el libro Criminología reflexiva, coordinado por Cunjama, los investigadores explican que vivimos un crecimiento del tormento-muerte que incluso supera la Ley del Talión del ojo por ojo, que es hacer padecer al otro un daño igual al que nos infligió.
En la lucha entre los cárteles no funciona así. Es más bien: «Si tú le sacas un ojo a mi compañero, yo a ti te saco los dos y aparte te corto un brazo’. La respuesta es una tortura cada vez más atroz, una escalada de tormentos, decapitaciones y mutilaciones que no tiene fin.», indica el estudio.
Hace un par de años, en Jalisco seis personas fueron encontradas con las manos cercenadas, mientras que una más fue encontrada muerta, en la colonia Solidaridad, de Tlaquepaque, Jalisco.
El cuerpo de la persona fallecida tenía una cartulina fosforescente que decía: «Esto nos pasó por rateros. Por no respetar mujeres, menores, si con esto no entienden putos roba carros, roba motos, cadenas, celulares, conejeros, en general doble putos, lacras, mata menores. Atentamente Grupo Antiratas».
Estas torturas sádicas que cometen los cárteles mexicanos también tienen como objetivo secundario,«prevención general», que es exhibir los cuerpos torturados para que sirvan de lección a los enemigos o atemoricen a la gente.
En noviembre de 2007, en una playa cercana a Acapulco, Playa Olvidada, la policía guerrerense y la Armada de México encontraron los cadáveres de dos entambados en cemento, una práctica que se ha extendido a otros puntos del país.
El año pasado 3 estudiantes de cine fueron confundidos con integrantes de un grupo criminal, los asesinaron y sus cuerpos disueltos en ácido, así lo informó la Fiscalía del Estado de Jalisco.
Los jóvenes cineastas fueron privados de su libertad al ser confundidos con miembros de la delincuencia organizada. Tras ser subidos a los vehículos, fueron llevados a un domicilio en colonia Los Girasoles, donde fueron torturados para que confesaran ser miembros del cártel Nueva Plaza, encabezado por «El Cholo«, quien está en pugna con el cártel de Jalisco Nueva Generación.
Los tres estudiantes fueron asesinados en dicho domicilio el mismo día tras ser levantados; después, sus cuerpos fueron llevados a una finca en Tonalá, donde los cuerpos fueron sumergidos en cisternas con ácido.