La discriminación y lucha migratoria en Estados Unidos llega hasta las aulas de clase. Georgia Clark, una maestra de inglés de preparatoria en Fort Worth, Texas, pidió ayuda «de manera urgente», al presidente Donald Trump para que deportara a estudiantes indocumentados de su escuela. ( Deportar a los trabajadores ilegales costaría medio billón de dólares anuales a EEUU, según un estudio)
La profesora hizo la petición vía Twitter y, según reportes, pensó que la petición al mandatario -que tendría que ser efectiva con el envío de oficiales de Inmigración y Control de Aduanas (ICE)- era a través de mensajes privados, pero ¡sorpresa!, todo era público, así que básicamente se tendió una trampa a sí misma para exponer su acto discriminatorio. (El gobierno Trump revela sus directrices para deportar de EEUU a más inmigrantes indocumentados)
«Señor presidente, el Distrito Escolar Independiente de Fort Worth está lleno de estudiantes ilegales de México«, escribió Clark el 17 de mayo en su cuenta de Twitter @Rebecca1939, la cual fue eliminada. Ese fue uno de los varios mensajes que probaron sus expresiones racistas.
Clark escribió más de seis mensajes, lo que le causó problemas con su colegio, incluso pedía al presidente Trump que «cuidara su identidad» cuando tomara medidas, pero que su nombre y su cuenta eran reales, reportaron The Washington Post y medios locales.
This teacher works at a school that is over 80% Latino. https://t.co/DR8MJbDPUL pic.twitter.com/kSObAr9tjB
— Emily M. Farris (@emayfarris) 29 de mayo de 2019
«Cualquier cosa que pueda hacer para eliminar a los ilegales de Fort Worth sería muy apreciada», escribió en otro tuit. «Texas no protegerá a los denunciantes. Los mexicanos se niegan a honrar nuestra bandera».
Incluso la mujer compartió sus números de teléfonos privados.
Las autoridades del Distrito Escolar Independiente de Fort Worth reconocieron que la profesora creía que los mensajes eran privados. «La señora Clark dijo que no se dio cuenta de que los tuits eran públicos», informó al Post la autoridad.
Ella fue despedida, está en espera de una apelación para ser reinstalada en su puesto, pero ocho miembros de la junta escolar votaron por unanimidad para rescindir el contrato de Clark luego de que más de una docena de personas se pronunciaran en su contra durante comentarios públicos. Nadie la defendió.
«Sus comentarios fueron hirientes, irresponsables, engañosos y desconfiados hacia los estudiantes que se supone que deben proteger y educar», dijo una mujer a la junta.