La expresión «el precio de la fama» se ha acuñado para diversos contextos, uno de ellos es el alto costo que pagan las personalidades que encuentran en los excesos una forma de vida cotidiana.
Kit Harington parecería tenerlo todo: una mujer que lo ama, fama internacional gracias a su trabajo en Game of Thrones y millones de dólares. Sin embargo, el intérprete de Jon Snow entró a un centro de rehabilitación por problemas de depresión y alcoholismo.
No es el único caso en un Hollywood en el que el precio que algunos personajes han pagado al llegar al pico de su fama ha sido el de caer en una espiral de autodestrucción con drogas, alcohol y otras adicciones.
Harington ya había dejado ver que algo no estaba bien con algunos incidentes relacionados al consumo de alcohol. En enero del año pasado apenas podía sostenerse en pie mientras bebía en el bar Barfly de Nueva York. Fue echado del lugar por personal de seguridad luego de iniciar una pelea y amenazar a algunos de los clientes.
«Kit Harington entró a Barfly el viernes por la noche, ya intoxicado. Estuvo unos 30 minutos…Cuando nuestro personal se dio cuenta de lo intoxicado que estaba, le pidieron educadamente que se fuera y dos de los miembros de nuestro personal lo ayudaron», dijo el bar en un comunicado.
Apenas unas semanas después, Harington fue retratado en estado de ebriedad durante una salida nocturna en París.
Según fuentes cercanas al actor británico, el final de Game of Thrones le afectó demasiado. Ahora se encuentra buscando de nueva cuenta su equilibrio emocional mediante un «retiro de bienestar» en un centro de salud de lujo en Connecticut, que cuesta USD 120.000 al mes. Harington recibe ayuda para tratar su excesivo consumo de alcohol, el estrés y el agotamiento.
«Todos conocen mi historia con el alcohol»
Después de darse cuenta que su sueño de convertirse en tenista profesional quedaría sólo en eso, Matthew Perry decidió dedicarse a otra actividad en la que destacaba: la actuación.
Por años pasó de un papel pequeño a otro hasta que en 1994 le llegó su oportunidad de oro: interpretar a «Chandler» en la serie Friends. Pronto el programa se convirtió en un suceso que le dio fama internacional a sus protagonistas.
«Durante unos ocho meses estuve encantado de ser famoso. Hasta que me di cuenta de que la fama no iba a arreglar las cosas que no funcionaban. Creía que la popularidad me haría feliz, pero no fue así. Y me llevé una profunda decepción», comentó el actor en una entrevista.
«Todo el mundo sabe que tengo un historial de alcoholismo», confesó Perry, quien sumó a ese padecimiento su adicción a los analgésicos, después de un accidente en esquí acuático en 1997.
Esa dependencia lo llevaba a ingerir unas 30 pastillas al día mezcladas con un litro de vodka y a pasar por dos clínicas de rehabilitación, hasta que no pudo más y pidió ayuda a sus padres. Comenzó a recuperarse en febrero de 2001 y aunque no extraña el alcohol, sí echa de menos poder beber sin que haya consecuencias.
El rey de los excesos
Charlie Sheen interpretaba en Two and a Half Men a un soltero incasable, mujeriego, amante del juego, las apuestas y la bebida que vivía en una fabulosa casa en Malibú y ese personaje de «Charlie Harper» parecía ser el retrato de lo que era el actor en la realidad.
Drogas, prostitutas y fiestas descontroladas eran habituales en la vida cotidiana de Sheen, quien podía gastarse USD 100.000 en mujeres y USD 20.000 en drogas, en una sola noche. El dinero no era problema para el hijo de Martin Sheen, que se embolsaba un millón de dólares por cada episodio del show.
En la producción toleraban los excesos del actor, pero pronto los escándalos que armaba en hoteles junto a prostitutas o actrices porno comenzaron a incomodar. Su desempeño en el set tampoco era el mejor y finalmente, tras insultar públicamente a Chuck Lorre, el creador de la serie, Charlie terminó con su mejor época en televisión.
Su compañero Jon Cryer escribió en su libro de memorias que Sheen llegó a decirle a un miembro del show «Creo que le dieron al tipo equivocado demasiado dinero».
En noviembre de 2015, Sheen reveló que es portador del Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) y después de años de excesos, parece que la calma ha regresado. Sheen decidió encarrilar su vida nuevamente porque sentía una gran «vergüenza». En su época de excesos «sólo quería mantenerme divorciado de la realidad, pero me desperté un día y me dije ‘merezco una vida mejor'», recordó.
Un joven en problemas
Daniel Radcliffe conoció el beneficio de ser famoso desde que era niño y consiguió el papel de Harry Potter en la saga cinematográfica, pero la misma gloria que alcanzó lo llevó a depender del alcohol siendo muy joven.
«No se imaginan cuánto puede abrumar la fama», declaró el actor británico el pasado febrero en los Premios de la Crítica de Televisión en California. «No hay forma de salir de eso cuando empiezas tan joven».
«En mi caso, la forma más rápida de olvidar que estaba siendo analizado en todo momento por todo el mundo era estar muy borracho. Y cuando estás borracho, piensas: ‘La gente me mira aún más, pero es porque estoy tan borracho… Así que tal vez debería beber más para ignorarlos aún más».
Radcliffe comentó que pareciera que por ser famosos deberían estar contentos todo el tiempo y si en algún momento se sienten tristes es que algo están haciendo mal. En un momento de su vida, el actor decidió dejar atrás su adicción.
«Me desperté una mañana después de una larga noche y me dije: ‘Esto no está bien’. Cuando pienso en todo el caos que estaba generando en mi vida, me digo que ahora estoy mucho más feliz».
«El Señor de los Cielos»
En Latinoamérica uno de los ejemplos más famosos del precio de la fama es el del actor Rafael Amaya.
Su carrera comenzó desde el año 2000, pero sólo alcanzó el reconocimiento internacional hasta 2013, cuando protagonizó la serie de Telemundo El Señor de los Cielos, con el papel del narcotraficante Aurelio Casillas.
De golpe, Amaya era un actor famoso en toda América, pero pronto llegó el lado oscuro de la fama. El protagonista de El Señor de los Cielos fue a dar al hospital en medio de versiones de una supuesta sobredosis.
Él nunca ha confirmado que tenga problemas de adicciones, pero sí declaró a People en Español que le costó trabajo lidiar con la fama.
«No hay manual que te dice cómo lidiar con la fama, como lidiar con los ratings, la adulación, cómo hacerle».
A inicios de este 2019 una publicación en México aseguró que Amaya «sigue perdido en el alcohol y las drogas y su vida se ha salido de control». El año pasado salió de la serie de Telemundo y ha permanecido con un bajo perfil público desde entonces.