Nueva victoria para la igualdad. La Corte Suprema de Brasil decidió que la homofobia es equivalente al racismo y por tanto debe tratarse en la ley como un delito penal similar, así como declaró «omiso» al Parlamento, que jamás ha legislado sobre el asunto.
La sentencia fue dictada en la sexta sesión que el Supremo le ha dedicado al asunto desde fines del año pasado y era esperada por los colectivos LGBTI+, que la consideraron «histórica» para un país en el que al menos una persona es asesinada cada día por los prejuicios que persisten sobre la orientación sexual.
El tema fue tratado a pedido del Partido Socialista Brasileño (PSB), que denunció una «omisión del Parlamento» en un asunto vinculado a los derechos humanos que se mantenía hasta ahora, pese a haber diversos proyectos de ley en ese sentido, todos trabados por las presiones de los sectores más conservadores de la sociedad. De hecho, el Frente Parlamentario Evangelista, integrado por cientos de diputados y senadores que profesan esa religión, había pedido al Supremo que postergara el juicio y diera más tiempo al Parlamento para pronunciarse sobre el asunto.
No obstante, el presidente del tribunal, magistrado José Antonio Dias Toffoli, mantuvo el caso en la agenda del Supremo, pues el juicio comenzó a fines del año pasado y también porque, según explicó, el Parlamento «ha tenido más de treinta años, desde la promulgación de la Constitución de 1988, y aún no ha decidido». Las únicas divergencias entre los once ministros fueron planteadas precisamente por Dias Toffoli y el magistrado Ricardo Lewandowski, quienes coincidieron en que el Supremo no puede, por un mandato constitucional, «legislar» sobre ningún asunto.
Sin embargo, más allá de esos «pruritos legales», como definió Lewandowski su reticencia, ambos sí aceptaron que el Parlamento ha sido «omiso durante tres décadas» frente a la grave violencia y la discriminación que sufren los homosexuales en Brasil.
En la sentencia se aclaró que será permitido a los practicantes de todas las religiones manifestar su oposición a las relaciones homosexuales, siempre y cuando sea «de acuerdo con sus libros y códigos sagrados» y no se incurra en la discriminación, que podrá ser castigada, como el racismo, con hasta cinco años de cárcel.
Los once miembros de la corte en cada uno de sus pronunciamientos hicieron alusión al sufrimiento al que son sometidos en Brasil los colectivos homosexuales. La magistrada Carmen Lucia Antunes, en un emocionado discurso, dijo que «todos los seres humanos nacen libres e iguales y deben ser tratados con el mismo espíritu de fraternidad» y apuntó que «lo que se busca dotar de una protección inmediata a aquellos que son discriminados y han sido marginados» hasta por las leyes.
«Todo prejuicio es violencia. Toda discriminación es violencia. Toda discriminación es una forma de sufrimiento. Pero algunos de esos prejuicios causan más sufrimiento, porque castigan desde el hogar y por la sola circunstancia de intentar ser lo que se es», dijo. En ese mismo marco, Antunes planteó que «es siempre apropiado preguntar quién es diferente y quién dijo que es diferente», porque en «esta sociedad, la mujer es diferente, el negro es diferente y el homosexual es diferente, pero solo son diferentes de aquel que trazó el modelo«.