La petición del gobierno de Estados Unidos para confiscarle a Joaquín «El Chapo» Guzmán Loera un total de 12.666 millones de dólares, producto de sus actividades ilícitas, despertó nuevamente el debate sobre dónde está el dinero del narcotraficante que alguna vez llegó a estar en la lista de los multimillonarios de la revista Forbes.
Los gobiernos de México y EEUU le atribuyen una fortuna de 14.000 millones. Un informe del Departamento del Tesoro Estadounidense difundió un informe en el que ubica 288 empresas repartidas en más de 12 países que presuntamente habría utilizado el narcotraficante para lavar el dinero del Cártel de Sinaloa.
En una línea de tiempo hecha pública en febrero en 2014, la Oficina de Control de Bienes de Extranjeros estadounidense (OFAC) describió cómo Guzmán Loera y sus aliados habrían utilizado hoteles, inmobiliarias, mineras, gasolineras e incluso negocios de «crianza de avestruces» en parte de su estructura financiera en México y otros países de América Latina como Colombia, Ecuador, España y Panamá, entre otros, donde tendrían negocios de empresas de alimentos, aéreas y farmacéuticas.
La línea de tiempo sobre el análisis de las empresas de Guzmán Loera y de la organización criminal, inicia en 2007 y termina en 2014. Como el segundo al mando en la estructura señala a Ismael «El Mayo» Zambada, que aparece como dueño de tres empresas, una de ellas Lechería Santa Mónica, un negocio de arte y una guardería.
Uno de los posibles socios de Guzmán, sería Rafael Caro Quintero, actualmente prófugo y buscado por el gobierno de Estados Unidos por el secuestro y asesinato del ex agente de la DEA, Enrique Camarena Salazar. La sociedad se habría dado a través de 37 compañías ubicadas en los estados mexicanos de Jalisco y Sinaloa, dedicadas a la venta de gasolina, del sector inmobiliarios y minerales.
Juan José Esparragoza «El Azul», otro de los líderes del cártel y quien presuntamente murió de un infarto en 2014, habría operado al menos una docena de empresas.
En Colombia, el principal aliado de Guzmán Loera fue identificado como «Jorge C. V.», quien operaba una red de 54 empresas con filiales en Ciudad de México, Miami, Madrid, Panamá y una aerolínea en Quito, que al momento de realizarse la investigación ya estaba en proceso de liquidación.
Los negocios del Chapo y el Cártel de Sinaloa se extendieron también a los sectores de la restauración, autódromos como el «Race Park», en Culiacán. Según la OFAC, en 2010 se ubicaron dos empresas del ramo agropecuario en Colombia, ligadas al Chapo, al igual que un club deportivo en la frontera entre México y Estados Unidos.
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Dos de las empresas del ramo farmacéutico que fueron identificadas en México son Geofarma y Distribuidora Médica Hospitalaria.