La vida de Nick Humphreys, un inglés de 29 años que sufrió una terrible infección, cambió de un día para otro. «Pasé de ir al gimnasio cada dos días y jugar fútbol tres veces por semana, a quedarme en casa por seis meses y perder la voluntad de vivir», reconoció a Fox News.
Un parásito se metió en su lentilla y así fue como quedó ciego de un ojo. Humphreys adquirió sus lentes porque no le gustaba cómo se veía con gafas, pero si hubiera sabido el riesgo que corría, asegura que nunca lo habría hecho.
El joven inglés no tomó la precaución de retirarse las lentillas antes de ducharse, por lo que un parásito se introdujo debajo de uno de los lentes y entró a su córnea. Al sentir un dolor insoportable en su ojo derecho, acudió al médico donde fue diagnosticado con una rara infección llamada queratitis, provocada por el parásito Acanthamoeba.
Esta ameba empieza por infectar la parte más superficial de la córnea y poco a poco se va internando más profundamente dentro del ojo hasta producir úlceras que generan pus y que pueden afectar de manera definitiva la visión, como le ocurrió a Humphreys. La Acanthamoeba es un parásito común en el agua y el suelo.
En un periodo de 18 meses, Humphreys ha sido sometido a dos cirugías en su ojo derecho y ahora espera un trasplante de córnea programado para agosto próximo. El hombre aseguró que nadie le advirtió sobre no ducharse con los lentes puestos y que, si recupera la visión en ambos ojos, no volverá a utilizar lentes de contacto.
Para evitar infecciones, los usuarios de lentillas deben evitar ducharse o nadar con ellas puestas, así como desinfectar adecuada y periódicamente sus lentes de contacto.