Un nuevo drama ha sacudido este 3 de octubre de 2019 a Francia y en particular a la policía francesa.
Al menos cuatro policías han resultado muertos en un ataque con cuchillo perpetrado por un compañero de trabajo en la prefectura de policía de París, muy cerca de la catedral de Notre Dame.
El agresor, empleado administrativo en la misma sede, también ha sido abatido a tiros. Mickael H., nacido en 1974, en Fort-de-France, capital de la Martinica se había convertido hace poco al Islam, según ha informado la cadena francesa BFM TV.
Tras el registro de su domicilio, en Gonesse (26.000 habitantes), en la periferia este de París, la Policía detuvo a su esposa, Ilham E., sospechosa de eventual «colaboración».
Ilham E. y Mickael H. se casaron en 2014 en Gonesse, la ciudad de su residencia, un «pueblo grande» con una población musulmana de cierta importancia, que lleva años empeñada en el proyecto de construcción de una «gran mezquita». Los vecinos consultados por muy diversos medios confirman que la esposa era musulmana y compartía con su marido un hándicap de sordera de cierta gravedad. Ella tenía ciertos problemas de «locución».
Se desconoce todavía el motivo que provocó el ataque. «Le Monde» y BFMTV no dudaban de la importancia de la conversión al islam del asesino, para intentar «comprender» la naturaleza última de la matanza.
El criminal usó un cuchillo de cerámica, muy difícil de detectar en los controles de entrada, lo que demuestra que actuó de modo premeditado.
El atacante, que llevaba 20 años en la policía -según Loïc Travers, secretario del sindicato Alianza Policía- , trabajaba en la dirección de información.
Empezó su acción cerca de su despacho y luego en las escaleras. Otro policía lo abatió haciendo uso de su arma automática.
El agresor, de 45 años, nació en Fort-de-France, en la isla de Martinica, departamento francés en las Antillas, y, según algunas informaciones, sufría una discapacidad.
Los hechos se han producido un día después de la gran manifestación de policías en París en protesta por sus duras condiciones de trabajo, las agresiones que sufren y cierto desprecio social que sufren. La marcha denunció los 52 suicidios de agentes que ha habido ya este año.
La tragedia en la prefectura ha provocado gran consternación, por ser de carácter interno, sin precedentes, y reabrirá el debate sobre el malestar entre las fuerzas del orden, bajo un constante estrés por la amenaza terrorista, la revuelta de los ‘chalecos amarillos’ y las dificultades que tienen para trabajar en barrios marginales donde la delincuencia es endémica.
Un perímetro de seguridad se decretó de inmediato en torno a la prefectura, situada en la île de la Cité, en pleno centro de la capital francesa. El ministro del Interior, Christophe Castaner, anuló un viaje previsto a Turquía y se personó de inmediato en la prefectura, así como el primer ministro, Édouard Philippe y el presidente francés, Emmanuel Macron.
Por el momento, la estación de metro Cité de la capital francesa, cercana a la central policial donde ha tenido lugar el ataque, ha sido cerrada por razones de seguridad, apuntan los portavoces de los transportes públicos franceses (RATP por sus siglas en francés).