La Guardia Civil ha asestado un duro golpe al crimen organizado en España, el cuerpo policial junto con la Europol, han detenido a tres personas que se dedicaban a explotar mujeres y transexuales, en su mayoría suramericanas, en pisos de citas en la capital valenciana y en otras ciudades europeas.
Dos personas fueron detenidos en Valencia y otra en Irun, estas personas ofrecían mejores condiciones de vida a los americanos para que vinieran a España y, una vez llegaban al país, eran trasladadas y prostituidas en apartamentos turísticos que reservaban en Holanda, Bélgica e Italia.
?? Desmantelada una organización que obligaba a ejercer la #prostitución a transexuales y mujeres en Valencia y en otras ciudades de #Europa. Los explotadores se valían de su condición de transexual para convencer a las víctimas. Hay 3 detenidos en #Valencia e #Irún pic.twitter.com/bSnaKrw25g
— Policía Nacional (@policia) December 17, 2019
La investigación se inició gracias a la denuncia de una de las víctimas, que se personó en la comisaría de Oviedo manifestando que una organización criminal se dedicaba a explotar sexualmente a mujeres y transexuales en Valencia. Además, informó sobre la forma de captación que usaba la líder de la organización, que se valía de su condición de transexual para convencer a las víctimas de que vinieran a España a trabajar a cambio de un supuesto sueldo digno.
Dicha mujer captaba a las víctimas directamente, o a través de terceras personas, y se aprovechaba de la situación de precariedad que sufrían en Colombia y en otros países de Sudamérica, donde carecían de medios económicos. En muchos casos residían en barrios marginales de extrema violencia o se encontraban en situación de exclusión social por ser transexuales.
Para no llamar la atención de los agentes en la frontera, la responsable del entramado organizaba viajes turísticos; financiaba y enviaba a las víctimas billetes de avión de ida y vuelta, reserva de hotel, seguro de viaje y dinero en efectivo para justificar su estancia.
Una vez en España, eran recogidas por integrantes de la organización y trasladadas hasta un piso de citas en Valencia. Allí les retiraban el dinero prestado, les informaban de que iban a ejercer la prostitución y de que habían contraído una deuda de 3.000 euros.
Para evitar su huida, les retiraban también el pasaporte y las tenían controladas 24 horas a través de las encargadas de los pisos. Las víctimas eran obligadas a consumir estupefacientes con los clientes y debían entregar todo el dinero que ganaban ya que, a la deuda contraída, les sumaban los gastos de alquiler de la habitación, anuncios en Internet y manutención.