'No soy de aquí ni soy de allá' fue una de las canciones que le valieron la fama en los años 70 y la que mejor describe su actitud hacia la vida
El cantautor argentino Facundo Cabral, que tenia 74 años, fue asesinado este 9 de julio de 2011 a tiros por una banda de profesionales del crimen, en el sur de la Ciudad de Guatemala.
Acababa de terminar una gira en Guatemala y se dirigía hacia el aeropuerto internacional de La Aurora, en el sur de Ciudad de Guatemala, cuando le ha acribillado dentro de la furgoneta en la que viajaba con el empresario guatemalteco Henry Fariña.
Un portavoz de la Policía Nacional Civil (PNC) ha explicado que los sicarios iban a por él y que parecen haberlo marcado tras su actuación en un concierto en la capital guatemalteca:
«Fue un atentado directo en su contra perpetrado por sicarios que utilizaron fusiles de asalto».
El portavoz de la Presidencia, Ronaldo Robles añadió que el presidente Álvaro Colom «está consternado por este hecho cobarde», y aseguró que tres equipos especializados de investigadores han sido asignados para trabajar en este asunto.
En el ataque al cantautor y poeta también fue herido de gravedad el representante del artista y que se encuentra entre la vida y la muerte en un centro asistencia de la capital guatemalteca.
MUCHAS INCÓGNITAS
Pero son muchas las incógnitas que deja este asesinato en un país donde los poderosos carteles de la droga se adueñan de ciudades enteras. A primera hora de la mañana, Cabral abandonó el hotel Tikal Futura, lugar donde estaba hospedado y célebre por alojar a multitud de artistas.
Había salido acompañado de su representante David Llanos, que subió en otro coche, y el empresario Henry Fariña, que viajó con el músico en el mismo vehículo, rumbo al aeropuerto de La Aurora, ubicado a unos cinco kilómetros del hotel.
Según cuenta Alan Alfaro, periodista de la televisión guatemalteca T13 Noticias, al coche de Cabral, una camioneta Land Rover de color blanco, le seguían otros vehículos donde viajaban sus guardaespaldas y una patrulla de la policía civil.
En el sector conocido como Trébol, a tres kilómetros del aeropuerto, se produjo la emboscada contra el famoso músico argentino. En torno al Bulevar Liberación, a las 5.20 horas de Guatemala, dos furgonetas se pusieron paralelas al coche de Cabral, que viajaba de copiloto junto con Fariña.
Los dos vehículos, uno en cada lado del coche del músico, bajaron sus ventanillas y empezaron a disparar indiscriminadamente.
«Lo hicieron con fusiles, según la policía, y dejaron entre 25 y 30 impactos de bala en cada lado del vehículo».
Fariña intentó escapar de las balas acelerando el coche y terminó refugiándose en un edificio de bomberos cercano donde irrumpió abruptamente.
Cuando los bomberos procedieron a comprobar el estado de ambos, cuenta el periodista guatemalteco, vieron que Fariña tenía signos vitales y rápidamente fue trasladado a un hospital. Cabral, con múltiples impactos de bala en su cuerpo, había fallecido.
El representante del músico no se explica qué pudo llevar a los sicarios a querer acabar con la vida de Cabral. Según las primeras hipótesis de la policía, los matones podrían haber ajustado cuentas con el empresario Fariña. El músico habría sido una triste víctima del tiroteo.
A la espera de que se conozcan las causas del acto criminal, lo único cierto es que Argentina pierde una de sus más ilustres voces y la música latinoamericana a un gran artista, poeta comprometido con su entorno.
UN CANTAUTOR MÍTICO
Facundo Cabral, muerto a tiros en Guatemala este sábado a los 74 años, fue un cantautor argentino que recorrió América Latina y el mundo con su trova en la que mezclaba el desparpajo y la cruda ironía con las reflexiones sobre la vida, el amor y la paz.
‘No soy de aquí ni soy de allá’ fue una de las canciones que le valieron la fama en los años 70 y la que mejor describe su actitud hacia la vida que él mismo definió alguna vez como la de un «vagabundo que busca ser felíz».
Nacido en la provincia de Buenos Aires, sufrió el abandono de su padre y emigró junto a su madre y seis hermanos a Tierra del Fuego, en el extremo sur del país, donde vivió una niñez traumática en la extrema pobreza.
«Un día me fui a Buenos Aires sin avisar a nadie, porque no había casa ni nadie a quién avisar, tardé siete semanas en llegar, tenía 9 años y casi no hablaba, quería conocer al presidente (argentino Juan) Perón y lo hice», relató en una reciente entrevista en Buenos Aires en la que repasó su vida de asombro.
En la adolescencia empuñó una guitarra «para conseguir un peso» y comenzó a tejer una carrera de trovador en Mar del Plata, 400 kilómetros al sur de Buenos Aires, donde se presentaba en hoteles con repertorios de los folcloristas argentinos Atahualpa Yupanqui y José Larralde, de donde abrevó sus fuentes.
Su desparpajo y sus canciones que mezclaban ácidas críticas sobre la realidad ganaron su mayor fama en Argentina en los años 80, cuando regresó de su exilio en México durante la dictadura militar (1976-1983).
Sus canciones fueron grabadas en nueve idiomas y cantó junto a artistas como el estadounidense Neil Diamond, el español Julio Iglesias y el mexicano Pedro Vargas.
Su canción de cuna ‘Vuele bajo’ fue uno de los hitos de su carrera, grabada por numerosos artistas y que el artista compuso cuando apenas tenía 17 años. «Un vagabundo en la calle me iluminó a Dios al relatarme el Sermón de la Montaña, entonces me sentí desamparado y necesité acunarme a mí mismo. Por eso volví corriendo y compuse ‘Vuele bajo’, allí comenzó todo», relató sobre sus inicios.
«Mi vida es caminar por la calle sin maletas, soy libre», decía Cabral, que se jactaba de no tener propiedad alguna y cuya residencia eran cuartos de hoteles de Buenos Aires.
Fue analfabeto hasta los 10 años, enviudó a los 40 y conoció a su padre a los 46.
Confeso admirador de Jorge Luis Borges, a quien citaba de memoria en sus presentaciones, siempre en diálogo intimista con el público, Cabral se jactaba de haber recorrido al menos «165 países en casi 50 años» de trayectoria.
Aquejado por problemas de salud, en los últimos años se movilizaba auxiliado por un bastón y lamentaba «ya no poder viajar tanto».
«Soy un nómade, amo más que nada el desierto porque es abierto y libre», decía.
Grabó una veintena de discos cuya producción matizó con la escritura, en la que había una fuerte impronta mística con alusiones a Dios y a la Madre Teresa de Calcuta.
«Facundo hablaba de Dios y de la paz, nunca fue un desobediente de la sociedad ni le hizo daño a nadie, fue un hombre en el buen sentido de la palabra bueno», recordó este sábado el cantautor argentino Alberto Cortés, con quien hizo decenas de presentaciones conjuntas en España durante los años 90.
Su constante llamamiento a la paz le valió un reconocimiento de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), que lo declaró Mensajero Mundial de la Paz en 1996.
«Soy un agradecido de la vida, jamás pensé hacer tanto, nadie pensaba eso porque nadie daba nada por mí, yo soy un milagro», dijo alguna vez Cabral sobre sí mismo.