Han estafado ya a cuatro de los abogados que aceptaron llevar su caso, atraidos por el dinero que parecían tener
Fabbri, italiano de 41 años, lo quería todo. Y lo conseguía todo, hasta un amante joven, veinte años menor que él, de buen aspecto y al que llamaba ‘Bebé‘ -aunque se llamase Bryan-, colombiano, con el que compartir la vida de desenfreno que finanzaron durante mucho tiempo ciudadanos a los que ‘mangaban‘ a manos llenas el dinero, asaltado informáticamente sus cuentas bancarias.
No tenían domicilio conocido, tampoco profesión legal. Iban y venían de Lisboa, Amsterdam, Londres, Valencia, Sevilla, Barcelona, Ibiza…
Siempre en aviones privados y limusinas de las mejores marcas. Todo de alquiler. Y todo a cuenta de terceros.
Cuenta Carlos Hidalgo en ABC que la Guardia Civil comenzó a estrechar el cerco sobre ellos, hace dos meses, cuando una empresa de alquiler de coches de primeras marcas, con sede social en Rivas Vaciamadrid, interpuso la denuncia que haría saltar las alarmas. Surten a sus clientes de Rolls Royce, Ferrari, Maserati, Porsche…
Están ambos a buen recaudo, pero no han perdido ni las aficiones ni el estilo: han estafado ya a cuatro de los abogados que aceptaron llevar su caso, atraidos por el dinero que parecían tener.