La economía y viabilidad de Venezuela dependen del precio volátil de un solo producto básico: el petróleo
A principios de diciembre de 2013, los venezolanos acudían a las urnas para elegir a sus representantes en las elecciones municipales.
Tras las últimas elecciones nacionales, en las que se alzó Maduro a la presidencia, y después de meses de penuria económica, muchos observadores políticos predijeron que la oposición ganaría el voto popular.
En lugar de ello, el ‘chavismo‘ se impuso, solidificando la presencia de Nicolás Maduro en el poder.
Sin embargo, si la imagen de Maduro ha sido ratificada, ¿por qué Moody’s rebaja la calificación de los bonos de Venezuela?
Esa pregunta lanza la publicación Foreign Policy. La respuesta es simple: el régimen de Maduro, como el cristal, puede parecer fuerte, pero también es frágil, cada vez es más sensible a los conflictos agudos que pueden devenir de una complicada situación política y una economía que se debilita rápidamente.
La verdad sobre Venezuela es que sigue siendo un país profundamente dividido a lo largo de muchas líneas. Es una nación de contrastes en la que, mientras los votantes de clase media han decidido abandonar la revolución, los ciudadanos más empobrecidos mantienen su lealtad al ‘chavismo‘.
La población se divide más o menos en dos partes similares, pero la mitad revolucionaria parece ser un poco más grande, lo que garantiza la vulnerabilidad y la estabilidad del poder de Maduro.
Petro-Estado
La vulnerabilidad de la economía de Venezuela no es un accidente. En cambio, es una característica esencial del modelo económico petro-Estado de Hugo Chávez, apunta la publicación.
Destilado a su esencia, este modelo tuvo un aumento espectacular de los precios de las materias primas y creó un sistema de subsidios, controles de precios y otras distorsiones que es simplemente demasiado caro de mantener.
En el proceso, la producción de petróleo ha sufrido, y el Gobierno se ha quedado sin dinero. Incluso se está estudiando la posibilidad de hipotecar sus últimas reservas de oro.
El Gobierno de Venezuela regala la gasolina por, prácticamente, nada. Se ha fijado un precio artificialmente barato para la moneda extranjera que, combinado con un ataque despiadado a la propiedad privada, ha supuesto una sentencia de muerte para decenas de empresas privadas.
Por si fuera poco, también ha decidido que quiere controlar los precios de todo lo que es producido por, que se vende o que es importado en el país (desde papel higiénico hasta la ropa interior). El resultado final es una escasez cada vez más extendida, combinada con una gran cantidad de mercados negros.
Crisis de liquidez
La crisis de liquidez explica por qué hay colas para comprar los alimentos básicos: hay menos dólares y el Gobierno también se ve obligado a empezar a venderlos a un precio mayor.
La situación ha obligado a imprimir bolívares, la moneda local, a un ritmo sin precedentes. El crecimiento del PIB se ha estancado, y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas está pronosticando un crecimiento ínfimo del 1% para 2014.
La inflación golpea a Venezuela y convierte su índice de precios en el más alto de América Latina.
La inflación se ha desatado hasta el 56%, lo que ha motivó que el Gobierno retrasara la publicación de las cifras después de Maduro se quejase de la forma en que se calculaban.
Entonces, ¿qué se debe esperar de Venezuela en 2014? Con un Gobierno relativamente acomodado, y con un control absoluto de los medios de comunicación y las instituciones, parece como si la posición de Maduro fuese sólida.
La variable del crudo
La variable clave a tener en cuenta es el precio del petróleo. Si el precio del petróleo sube, el Gobierno va a encontrar un modelo económico asequible.
Sin embargo, si el precio llega a caer por debajo de 80 dólares por barril durante un período prolongado, comenzará la agitación política que desembocará en un descontento público y la oposición venezolana es la mejor posicionada para aprovecharse de esa debilidad.
En conclusión, la economía y viabilidad de Venezuela dependen del precio volátil de un solo producto básico: el petróleo. Por ello, no es una apuesta segura y los mercados no son ajenos a ello.
Saben que, si los precios del petróleo se dan un chapuzón prolongado, la poca estabilidad de Venezuela se desmoronará por completo. En resumen, la revolución de vidrio de Venezuela es más vulnerable de lo que parece.