Hay algo raro en todo lo que rodea a Kellog’s en Venezuela. Junto a la escultura del tigre Tony, la popular mascota de la compañía alimentaria que se yergue sonriente a la entrada de su fábrica en Maracay, en el Estado Aragua, alguien ha colocado un gran cartel con los ojos del expresidente Hugo Chávez.
Y en los paquetes de cereales, junto a Tony y sus otros amigos con los que la marca estadounidense comercializa sus productos en todo el mundo, figuran desde hace meses mensajes como “Juntos todo es posible”, el lema que adoptó el presidente Nicolás Maduro en las pasadas elecciones presidenciales y que ahora se ve en carteles por todo el país.
En los envases conviven ahora los colores de la bandera venezolana con el logotipo de Kellogg’s y en las redes sociales cuentas que pretenden pertenecer a la compañía lanzan campañas de promoción navideña en las que se reproducen canciones a favor de la revolución bolivariana iniciada en Venezuela hace dos décadas.
En realidad, estos Kellogg’s no son de Kellogg’s, sino que es el Estado venezolano el que los produce, aunque para ello utilice la imagen de la conocida marca de alimentación y los medios que esta dejó cuando decidió poner fin de inmediato a todas sus actividades en Venezuela en mayo de 2018. Ya entonces, la compañía, con sede central en Michigan (Estados Unidos), advirtió de que el uso de sus marcas en Venezuela supondría un “ilícito” contra el que emprendería acciones legales.
Para expertos en propiedad intelectual como Leonel Salazar, de la Universidad Central de Venezuela (UCV), lo que ocurrió “fue una usurpación de la marca”.
Durante la campaña para su reelección, el presidente, Nicolás Maduro, calificó de “inconstitucional” la decisión de la compañía y anunció que su gobierno reanudaría la actividad de la planta poniéndola “al servicio de la clase obrera”. Mientras la batalla sigue abierta, el gobierno sigue fabricando y vendiendo sus cereales.
Llegó el último trimestre del año, nos acercamos a la época decembrina y con ella te traemos tus cereales favoritos en presentación navideña, busca el tuyo y llena de color y alegría tu mesa.#SomosKelloggs #DisfrutaEstaNavidadConKelloggs@MTorresValbuena pic.twitter.com/MAwlVJktwk
— ALIMENTOSK1 (@ALIMENTOSK11) October 10, 2019
¿Fue una expropiación justa?
Leonel Salazar, de la UCV afirma que “técnicamente no hubo una expropiación”.
Según este experto, eso hubiera requerido que las autoridades emitieran formalmente una declaración de utilidad pública y el pago de una indemnización justa, algo que no sucedió.
Salazar cree, además, que la expropiación nunca hubiera incluido el uso de la imagen de la marca, que está protegida por las leyes de propiedad intelectual.
Para él, no hubo más que “una sustracción ilegítima de los bienes de la compañía, que empezaron a ser utilizados sin dar cuenta a los accionistas”.
Para el gobierno venezolano, en cambio, fue Kellogg’s quien violó la ley, y Maduro dijo que solicitaría colaboración de Interpol para que sus dueños y accionistas “paguen en los tribunales”.
No consta que el gobierno haya dado ese paso y su Ministerio de Comunicación no respondió a una solicitud de información de BBC Mundo.
En respuesta a un cuestionario enviado a la compañía, esta tampoco confirmó haber iniciado las medidas legales que anunció.
Mientras que para el gobierno la decisión de Kellogg’s es un nuevo ejemplo de la “guerra económica” a la que el “gran capital internacional”, con Estados Unidos a la cabeza, somete a Venezuela, Víctor Maldonado, ex directivo de la Cámara de Comercio e Industria de Caracas, dijo al PanAm Post que “Venezuela es el país más agresivo con las empresas”.
Salazar explicó que son varias las iniciativas legales que Kellogg’s podría tomar, aunque no exentas de problemas. “En Venezuela ningún tribunal fallaría a su favor, porque la justicia está totalmente parcializada”.
“El arbitraje internacional no es una opción, porque requiere que ambas partes lo acepten y el Gobierno nunca lo hará”. “Podrían demandar en instancias internacionales, pero en ese caso todo iría muy despacio”.
Sea como sea, uno de los empleados expresó su desenlace deseado: “Lo que yo quisiera es que la compañía volviera y esta fuera de nuevo una de las fábricas que mejor pagaba en el país”. Salazar, sin embargo, pronostica otro final: “Tarde o temprano, este gobierno u otro van a tener que pagar por lo que pasó con Kellogg’s”.