Los agentes ignoraron llamadas que advertían de la existencia de mujeres desnudas y atadas con correas en el interior de la vivienda y colgaron el teléfono a una de las secuestradas antes de que llegara el coche patrulla a recogerla
El calvario de Amanda Berry, Gina DeJesus y Michele Knight ha llegado a su fin, pero son muchos los ciudadanos de Cleveland que se preguntan si la tragedia no se alargó innecesariamente por culpa de la negligencia policial. ¿Se podría haber hecho mejor?
Ariel Castro, el carcelero de las tres chicas liberadas el lunes en Cleveland tras diez años de secuestro, llevaba con frecuencia al parque a la niña que una de ellas, Amanda Berry, tuvo durante el cautiverio.
También llevaba a la pequeña Jocelyn, de 6 años, a visitar en fines de semana a la madre de los Castro, que él presentaba como abuela.
Hacía esos desplazamientos mientras sus cautivas, que habrían tenido otros embarazos, pero nunca de completa gestación, permanecían en casa encadenadas, tras puertas cerradas con candados.
EL MODUS OPERANDI
Michelle Knight ejerció como comadrona en el parto de Amanda Berry en las Navidades de 2006. El parto se produjo en una piscina de plástico que Ariel Castro colocó en uno de los dormitorios de su domicilio y durante unos segundos el bebé llegó a dejar de respirar.
Son detalles incluidos en un memorándum policial que recoge detalles de las declaraciones de las jóvenes secuestradas y que este miércoles publicó una televisión de Clevenland. El documento explica que el secuestrador estuvo presente durante el parto de Jocelyn, que ahora tiene seis años y salió con su madre de la casa de la avenida Seymour.
Castro amenazó con asesinar a Michelle si la niña de Amanda no sobrevivía y la joven llegó a hacerle el boca a boca cuando Jocelyn dejó de respirar. Ningún profesional sanitario examinó a la madre o a la niña durante el embarazo.
El documento policial aporta algunas claves sobre el modo en el que Castro secuestró a las tres jóvenes. A Michelle le ofreció llevarla a casa en su coche en agosto de 2002.
El secuestro se produjo en la esquina entre la avenida Lorien y la calle 106. Muy cerca del lugar donde vivían entonces los hijos de Castro y su ex mujer Grimilda Figueroa.
A Amanda la raptó el secuestrador cuando volvía de trabajar en una sucursal del Burger King. Castro la persuadió diciendo que su hijo también trabajaba allí y se la llevó a su casa, donde la encadenó.
A Gina su secuestrador la conocía de antemano porque era una de las mejores amigas de su hija Angie. Ambas estaban juntas unos minutos antes de su desaparición en abril de 2004.
No había suficientes patrullas
Desesperada y en plena huída, Amanda Berry llama al 911. Pide entre lágrimas que acuda la policía con urgencia, ya que teme que Castro regrese a la casa. Pese a que se identifica claramente como una persona desaparecida hace 10 años, tras verificar su paradero, la persona al otro lado de la línea le dice simplemente: «enviaremos algo en cuando haya una patrulla disponible».
Charles Ramsey estaba comiendo una hamburguesa cuando escuchó los gritos de Amanda Berry, una de las tres jóvenes secuestradas durante una década en una casa cercana a la suya en Cleveland y acudió a ayudarla. Ahora se ha convertido en un héroe y en una estrella mediática.
Fue Charles quien respondió a los gritos desesperados de Amanda Berry, quien se encontraba junto a una niña de 6 años que tuvo durante su cautiverio, y quien rompió a patadas parte de la puerta de la casa donde Ariel Castro, su vecino, las mantenía secuestradas.
Después ayudó a Berry a llamar por teléfono a la policía y, según explicó en una entrevista con la cadena de televisión CNN, estuvo con ella cuando «la imbécil» que atendió la llamada al número de emergencia 911 colgó antes de que llegara el coche patrulla pese a los gritos de desesperación y miedo de la víctima.
En un comunicado, el alcalde de Cleveland, Frank G. Jackson, explicó que la asistente actuó como esta previsto y una patrulla se personó en pocos minutos, aunque prometió cambios si se considera necesario.
El comisario de seguridad pública de Cleveland, Martin Flask, lamentó por su parte que «la persona que atendió la llamada no se mantuvo al teléfono con Berry hasta la llegada de la policía».
Mujeres atadas con cadenas, algo «normal»
El tabloide británico «Daily Mail» informa de que algunos vecinos dieron la voz de alarma al ver a tres mujeres a cuatro patas, desnudas y atadas con correas de perro en el patio trasero del domicilio. Las mismas fuentes aseguran que las autoridades ignoraron su llamada.
Israel Lugo, uno de los vecinos explica que además escuchó golpes y gritos en el interior de la vivienda, pero «cuando los agentes acudieron a la casa nadie les abrió la puerta».
Este testigo dice además que en otra ocasión vio a Ariel Castro, con una niña, y al preguntarle este le contestó que «era la hija de su novia». Lugo asegura que la mayor parte del tiempo la vivienda estaba recubierta con bolsas de forma que no se podía ver nada del interior.
Nina Samoylicz otra de las vecinas alertó exactamente de la misma situación: una mujer desnuda en el patio trasero y gateando que era metida a empujones en la vivienda por un hombre.
Pese a la coincidencia del relato de Samylicz con el de los demás vecinos, la policía no dio crédito a lo que contaba y «se lo tomó a broma».
Según explica esta vecina a la cadena estadounidense CNN «al principio pensamos que era algún tipo de juego sexual, pero aún así decidimos llamar a la Policía». Tras esta llamada Ariel Castro colocó una serie de plásticos y lonas para evitar ser visto.
En una rueda de prensa, las autoridades indicaron que no recibieron pistas desde el vecindario sobre los secuestros en los últimos 11 años y que tienen registros de solo dos incidentes relacionados con la casa; uno en 2000 y otro en enero 2004, cuando ya dos de las tres chicas estaban desaparecidas.
Llamaron a su puerta en dos ocasiones
Los agentes llamaron a la puerta de Ariel Castro dos veces en los últimos años según su versión de los hechos. La última de ellas fue en 2004 cuando Amanda y Michele ya estaban en cautiverio.
Ariel Castro había dejado encerrado a uno de los estudiantes que viajaban en su autobus escolar mientras comía. Al no recibir respuesta, los agentes se marcharon sin más.
Los vecinos comenzaron a sospechar cuando vieron que Castro llevaba a su vivienda más comida de la necesaria para una sola persona.
En una de esas ocasiones incluso dejó el autobus escolar aparcado frente a su casa. Ese fue el momento en que los vecinos se decidieron llamar a la Policía. Lo único que hicieron los agentes fue pedirle que no volviera a dejar el autobús en la puerta.