Los sondeos revelan que la mayoría los franceses aprueban la estrategia de mano dura de Manuel Valls
«Si Leonarda Dibrani quiere estudiar en Francia y hace la oportuna demanda, se la acogerá a ella sola», ha anunciado este 19 de octubre de 2013 François Hollande durante una breve intervención televisiva desde el Elíseo en la que el Presidente de la República se expresó por fin sobre el caso de la quinceañera gitana detenida e inmediatamente expulsada la semana pasada a Kosovo cuando realizaba una excursión escolar.
«No me esperaba eso del presidente Hollande. No ha comprendido nada de mi situación. Pienso que ni siquiera se ha estudiado el dossier. Yo no soy un animal y no iré jamás a Francia sin mi familia. ¿Quieren que vaya con una familia de acogida? Hollande no tiene corazón. ¿Acaso él no tiene una familia? ¿No tiene piedad? Esto no termina así y estoy segura de que los estudiantes seguirán protestando», ha respondido inmediatamente desde Pristina una Leonarda visiblemente afectada.
Y su padre, muy indignado, ha apuntado:
«Suplico al presidente que nos acoja a todos en Francia, que es el país donde queremos vivir. No vamos a dejar de luchar y tengan por seguro que en el futuro volveremos, de manera legal o ilegal».El padre, que el viernes admitió que mintió a las autoridades al presentar «un falso certificado de matrimonio comprado en París por 50 euros», apuntó que su hija «no estaba sola en Francia», y recordó que «cuatro de sus cinco hermanos iban también al colegio desde hace cuatro años».
El padre, que tiene a su cargo a seis hijos menores, cinco de ellos nacidos en Italia y uno en Francia, concluyó: «Si volvemos, volveremos todos juntos».
Hollande dijo que tomó su decisión «por humanidad», y «teniendo en cuenta la emoción causada por las circunstancias» en que se produjo la detención de Leonarda, y explicó que la investigación interna realizada por el ministerio del Interior había concluido que «la ley se respetó y la repatriación no infringió ninguna regla de derecho, ya que la familia había agotado todas las vías de recurso», aunque enseguida admitió que la «ejecución de la detención» de la joven se desarrolló «dentro del horario escolar», a causa de una «falta de discernimiento» de las fuerzas del orden.
La expulsión de Leonarda Dibrani, una joven francófona nacida en Fano (Italia) que llegó a Francia en enero de 2009 huyendo de la persecución a los gitanos decretada por Silvio Berlusconi, ha acabado convirtiéndose en la mayor crisis política del mandato de Hollande.
Leonarda ha puesto un rostro al drama de los gitanos y a la «firmeza» de la política de inmigración reivindicada por el ministro del Interior, Manuel Valls, que hace solo unas semanas acusó a los romaníes europeos de no querer integrarse en Francia.
En una prueba del estado de inquietud que ha generado el caso entre los socialistas, el presidente decidió comparecer en televisión después de reunirse en el Elíseo con el primer ministro, Jean-Marc Ayrault; el titular de Interior, Manuel Valls -que regresó de París de un viaje oficial a las Antillas con 24 horas de adelanto-, y el de Educación, Vincent Peillon.
Tras varios días de intenso debate público y tres manifestaciones estudiantiles en las calles de París -ayer varios cientos de colegiales volvieron a la plaza de la Bastilla-, Hollande se ha visto forzado a dar la cara y a tomar una decisión salomónica que no desautorizara a Valls -el ministro más popular de un Gobierno cada vez más impopular- ni desencantar demasiado a los dirigentes de la izquierda que, como la candidata a la alcaldía de París, Anne Higaldo, reclamaban el regreso de toda la familia Dibrani.
Hollande anunció dos medidas concretas, de apariencia cosmética: Interior enviará una orden a los prefectos «para que nunca más un alumno sea detenido en el marco escolar, dentro o fuera de los colegios», y la política de asilo será reformada para «acelerar los trámites y hacerlos más claros».
Hoy, Francia tarda de media 18 meses en responder a las solicitudes de asilo político, mientras países como Reino Unido solo necesitan 2 meses para resolver los expedientes.
Los sondeos revelan que la mayoría los franceses aprueban la estrategia de mano dura de Manuel Valls.
Según una encuesta dada a conocer por I Telé y Le Parisien, menos de la mitad de los franceses (el 46%) se declara «indignado» por la detención de la joven romaní de 15 años durante una actividad escolar. Y una amplia mayoría del 65% se opone a que la joven y su familia vuelvan a Francia.