Las bombas que el DAESH utilizó para atentar este martes 22 de marzo de 2016 en Bruselas estaban rellenas de tornillos y clavos, a fin de causar el mayor daño posible. Según Marc Decramer, administrador del hospital universitario Gasthuisberg de Lovaina, la mayor parte de las víctimas que trataron allí presentaban heridas que indican lo apuntado. (#StopIslam: la feroz cruzada que se combate radicalmente a golpe de tuit).
Sobre estas líneas puede observarse la impactante radiografía de rayos X de un superviviente de la matanza, en la que se puede observar un clavo de siete centímetros a escasos centímetros del corazón.
El paciente fue atendido en el hospital militar de Heembeek, al norte de Bruselas.
La estrategia de los yihadistas para causar aún más destrucción de la que ya causa una bomba por sí sola se confirmó con los hallazgos de uno de los allanamientos. Allí, las autoridades encontraron otra bomba y ésta también estaba llena de clavos.
La redada se produjo en el barrio Schaerbeek, la misma zona de Bruselas donde se fabricaron los explosivos para atentar en París el 13 de noviembre del año pasado.
Los supervivientes que relataron la escena posterior a los ataques describieron el horror que les tocó vivir al ver cuerpos de víctimas sin piernas y cientos de heridos cubiertos de sangre.
«Las dos explosiones fueron casi simultáneas. Fue horrible. No era sólo sangre. Era como el apocalipsis»,
indicó Samir Derrouich, trabajador de uno de los restaurantes del aeropuerto de la capital belga.
Dries Valaert, de 30 años, contó a ‘Daily Mail’ que después de la segunda explosión «el techo se hundió». «Vi a la gente en el suelo y me fui corriendo», narró.
«Salté las vallas de seguridad hacia las puertas de salida. Mi primera intuición fue salir en caso de que los atacantes tuvieran armas de fuego»,
agregó.
Las múltiples detonaciones en el aeropuerto y la estación de metro de Maalbeek dejaron hasta el momento un total de 34 muertos y decenas de heridos.
pital militar de Heembeek, al norte de Bruselas.
Los primeros informes de las autoridades belgas revelaron que al menos una de las bombas detonadas contenía clavos, por lo que se estima que el que se observa en la radiografía podría pertenecer a uno de los explosivos.
Los sobrevivientes que relataron la escena posterior a los ataques describieron el horror que les tocó vivir al ver cuerpos de víctimas sin piernas y cientos de heridos cubiertos de sangre.
«Las dos explosiones fueron casi simultáneas. Fue horrible. No era sólo sangre. Era como el apocalipsis», indicó Samir Derrouich, trabajador de uno de los restaurantes del aeropuerto de la capital belga.
Dries Valaert, de 30 años, contó a Daily Mail que después de la segunda explosión «el techo se hundió». «Vi a la gente en el suelo y me fui corriendo», narró.
«Salté las vallas de seguridad hacia las puertas de salida. Mi primera intuición fue salir en caso de que los atacantes tuvieran armas de fuego».
Doce yihadistas planearon y llevaron a cabo los masivos atentados en Francia y Bélgica.
Las múltiples detonaciones en el aeropuerto y la estación de metro de Maalbeek dejaron hasta el momento un total de 34 muertos y decenas de heridos.