Se llama Marita Lorenz, tiene 77 años y se ha quedado a gusto en una entrevista exclusiva que ha concedido al semanario francés Paris-Match, donde ha contado detalles íntimos de la relación que tuvo con Fidel Castro durante el final de la década de los años 50.
Esta ex espía alemana contó cómo fue que conoció al ex mandatario cubano durante uno de los tantos viajes que su padre, capitán de cruceros, realizaba por el mundo.
En este caso habían llegado a La Habana y un grupo de hombres uniformados y armados se acercó a ellos, según detalló Lorenz: «Me fijé en el mayor de ellos, que fumaba un puro, y le pregunté qué quería. ‘Subir al barco para verlo’, respondió. Y yo le dije: ‘De acuerdo, suba'».
Aquellas fueron las primeras palabras que ambos cruzaron, antes de comenzar la aventura amorosa que duró ocho meses.
«Él me preguntó dónde estaba mi camarote. Una vez allí, tras abrir la puerta, me empujó al interior, me atrajo hacia sí y me abrazó. Ese fue mi primer beso con un hombre»,
contó la mujer.
Si bien no hubo sexo, aquel encuentro despertó sensaciones en la joven de 20 años que jamás había experimentado:
«Estaba subyugada. ¡Fidel desprendía una fuerza seductora enorme! No llegamos a hacer el amor, pero casi».
Sin embargo, la propia Lorenz comprobó que Castro no era tan buen amante como parecía: «Era más interesante durante las caricias que durante el acto sexual propiamente dicho. Pero los dictadores son todos así». La alemana tuvo, años más tarde, una relación con el ex dictador venezolano Marcos Pérez Jiménez.
Según las palabras de Lorenz, la relación entre Castro y ella fue un secreto que ni su padre supo y, como toda pareja, también tenían sus conflictos:
«Nunca jugué a pedirle caprichos o a presionarlo, con él no funcionaba. Tenía que ser lo que él decidía».
Semanas después, quien se convertiría en una espía alemana quedó embarazada y, tras beber un vaso de leche una tarde cualquiera, cayó desmayada y despertó en un hospital de Manhattan sin su bebé.
«Me dijeron que había sufrido un aborto, pero el ginecólogo de Nueva York me habló de un parto provocado. Lo del aborto era falso. El embarazo estaba casi a término y mi hijo nació cuando yo estaba en coma en Cuba»,
contó Lorenz, quien también aseguró que conoció a su retoño en 1981 cuando volvió a Cuba, aunque perdió la única foto con él.
Por otra parte, el reencuentro con su primer amor ocurrió en 1961, cuando fue enviada a asesinarlo. Ella pudo entrar a la habitación del mandatario, ya que aún poseía la llave, pero cuando él entró, ella no pudo concretar su misión:
«Me tendió su pistola y yo la empuñé. Entonces, mirándome a los ojos, me dijo: ‘Nadie puede matarme’. Tenía razón. Solté el arma y me sentí liberada».