AMOR A MUERTE: EL ALTO PRECIO QUE HAN PAGADO ALGUNAS CELEBRIDADES

Amar a muerte: De John Lennon a Versace, Selena y Mónica Seles, la estrecha relación entre el fanatismo y el crimen

Admiradores enfermizos que se convirtieron en los verdugos de grándes figuras del deporte y la cultura.

John Lennon: 10 datos clavePD

El precio de la fama para algunos artistas ha sido la fatalidad y los mismos que comenzaron adulándolos y convirtiéndolos en autéticos dioses, terminando siendo quienes les quitaron la vida.

Monica Seles: una obsesión, un cuchillo y un fanático enojado 

Fue el viernes 30 de abril de 1993 a las 6:50 pm. Günter Parche, un ciudadano alemán de entonces 38 años que presenciaba el partido de la serbia Monica Seles, de 19, ante la búlgara Magdalena Maleeva en Hamburgo, la apuñaló en la espalda con un cuchillo de cocina. Aquel instante cambiaría para siempre la vida de Seles, quien junto a Steffi Graf eran las máximas estrella del tenis femenino en ese entonces.

En esa dura competencia entre ellas, la tenista nacida en Yugoslavia le quitó a la alemana el puesto N°1 del mundo en la clasificación de la WTA. Seles llegó a la cima el 11 de marzo de 1991. Desde ese momento comenzó a gestarse un profundo odio en la mente de Günther Parche.

Seles disputaba los cuartos de final del torneo de Hamburgo contra Maleeva. Dominaba el partido ante la atenta mirada de los 10 mil espectadores que estaban en las gradas, entre ellos, un resentido fanático de Steffi Graf, el cual tenía un plan para que su tenista favorita vuelva al centro de atención.

Bajó las escaleras de las gradas, se dirigió hacia Seles, sacó el cuchillo y con ambas manos la apuñaló por la espalda, causándole una herida que afortunadamente no fue de profundidad. El ferviente seguidor de Graf perpetuó su plan, pero no consiguió afortunadamente matar a la competencia de su ídolo.

«De pronto sentí un dolor horrible en mi espalda… Me giré buscando de dónde venía el dolor y vi a un hombre detrás de mí levantando un cuchillo», recordaba la serbia un tiempo después de aquel momento en que se sentó a descansar en su silla y fue atacada.

Las cámaras intentaron filmar lo que sucedía, tras escuchar un grito que enmudeció a todo el estadio, sin embargo no lo lograron. La lente, en cambio, capturó el momento en que la serbia caía al suelo entre lagrimas, mientras que detrás, el agresor era capturado.

«Monica ha tenido suerte. Ni el pulmón ni el omóplato han sido dañados. Solo ha resultado herido un músculo. Ella todavía está en shock y permanecerá en observación», fue el parte médico del Hospital Universitario Eppendorf de Hamburgo, donde fue trasladada Seles.

La tenista no logró recuperarse psicológicamente. No volvió a competir por dos años. Era agosto de 1995 y ella volvía al circuito sin ser la número uno. La jugadora nacionalizada estadounidense ganó 21 títulos más, incluido el Abierto de Australia 1996 por cuarta vez, pero ya nunca volvió a disfrutar. Lastimosamente, Gunter Parch alcanzó su objetivo: Steffi Graf seguía liderando el tenis mundial femenino.

«Este tipo ha cambiado la historia del tenis, no tengo dudas al respecto. Monica hubiera ganado tanto «, reconoció Martina Navratilova tras su retiro.. Pero Günter Parche tuvo otros planes.
Seles tuvo ataques de ansiedad y depresión. Padeció sobrepeso y sus gritos perdieron fuerza después del ataque. «La comida era mi única terapia», confesó. Una lesión en un pie la apartó del circuito en 2003, a los 29 años, pero tardó cinco años más en anunciar oficialmente su retiro.

«Me apuñalaron en una cancha de tenis, delante de miles de personas. Eso cambió mi carrera de forma irreversible y me dañó el alma. Una fracción de segundo me convirtió en otro ser humano», reconoció Seles.

Tras ser detenido, el agresor fue transferido a un centro de rehabilitación con un certificado de trastorno mental. Sufrió varios derrames cerebrales y todavía vive en un asilo psiquiátrico en Turingia, Alemania.

Gianni Versace: Andrew Cunanan y un asesinato que sigue siendo una incógnita

Durante las décadas de los ochentas y noventas, Gianni Versace se convirtió en uno de los hombres más poderosos y reconocidos del mundo de la moda. Pero lo que en realidad lo convertiría en una leyenda fue su asesinato, en 1997, a manos de Andrew Cunanan.

El 15 de julio de 1997, el diseñador italiano de 50 años volvía a casa después de haber desayunado en una cafetería cuando Cunanan, de 27 años, le disparó  dos veces en la cabeza. Versace murió al instante en la  entrada de su famosa mansión.

Cunanan, que era perseguido por otros cuatro asesinatos, se suicidó ocho días después en una casa flotante, rodeado por la policía.  Ocho días después, Andrew se suicidó.

Aún no está claro por qué Cunanan decidió convertir al artista en su próxima víctima.

En un primer instante, la policía pensó que se trataba de un intento de robo a Versace, que en ese momento llevaba más de 1200 dólares en efectivo. Cuando las sospechas se centraron en el asesino en serie,  el móvil del hurto perdió fuerza y se pensó en un crimen pasional.

Los asesinatos de Cunanan comenzaron el 25 de abril en Minneapolis cuando disparó repetidamente a Jeffrey Trail, un antiguo oficial de la marina que había sido cliente de sus servicios sexuales. Cuatro días después asesinó a David Manson, un famoso arquitecto del que había sido amante. Cunanan se dirigió a Chicago, terminando con la vida del promotor inmobiliario Lee Miglin, de 72 años. El 9 de mayo, Cunanan disparó a William Reese, un vigilante de cementerio, antes de robarle la furgoneta con la que conduciría hasta Miami Beach. Fue incluido en la lista de los 10 fugitivos más buscados por el FBI.

Sin esperanza de poder escapar después de varios meses oculto, decidiría cerrar su terrible lista con un homicidio que le aseguraría un lugar en la historia. Durante la investigación, la policía confirmó que el artista y su novio Antonio D´Amico habían contratado los servicios sexuales de varios hombres. Fue así, posiblemente, como conocieron a Cunanan. ¿Venganza, celos? La verdadera respuesta se desconoce.

John Lennon: cinco disparos de David Chapman

John Lennon fue asesinado un 8 de diciembre de 1980. La muerte de la legendaria estrella causó un gran revuelo y un dolor que aún perdura entre los fanáticos de los Beatles. Mark Chapman pasó a la historia como el homicida que le quitó la vida a uno de los máximos músicos del siglo pasado.

Ese lunes, Lennon posó junto a su pareja, la japonesa Yoko Ono, para la revista Rolling Stone. La portada se convirtió en una de las más icónicas en la historia del rock. Ese día, Lennon regresaba al mítico edificio Dakota de Nueva York, en el que vivía junto a Yoko Ono y su hijo Sean, después de una sesión de grabación y fue asesinado a manos de Chapman. Fueron cinco disparos. Cuatro de ellos impactaron en el cuerpo de la víctima. Fueron letales. El ex Beatle murió minutos después camino al Hospital Roosevelt.

Chapman se quedó en el lugar contemplando su sangrienta obra. Aún sostenía su arma con ambas manos. Viendo cómo el ídolo se desvanecía en manos de Yoko Ono. Eran las 10:50 de la noche. Aquella tarde, Lennon le había firmado a su verdugo una copia de Double Fantasy, su último álbum.

Chapman se declaró culpable del asesinato, haciendo caso omiso a sus abogados, que le habían recomendado alegar demencia. Fue condenado a prisión de por vida. Le dieron la posibilidad de pedir por su libertad condicional una vez que hubiera cumplido 20 años de sentencia.

Desde entonces pide cada año ese beneficio. Nunca se lo han otorgado.

 

Durante su audiencia en 2018, el homicida de Lennon debió relatar cómo fueron esos momentos en que decidió terminar con la vida del artista. Frente al comité examinador encargado de decidir sobre su libertad condicional, Chapman confesó que utilizó una munición especial para asegurarse de que el artista muriera en el acto y no sufriera.

«Cargué esas balas para asegurarme de que estaría muerto», dijo Chapman a la junta. «Fue inmediatamente después del crimen que me preocupé de que él no sufriera».
Asimismo, aclaró que luego del paso del tiempo se arrepintió de lo hecho. «Hace treinta años no podía decir que me sentía avergonzado y ahora sé lo que es la vergüenza», sentenció.

Y volvió a relatar un momento de aquel fatídico 8 de diciembre de 1980, cuando decidió matar a John. «Estaba demasiado lejos. Recuerdo haber pensado: oye, ya tienes el álbum, mira esto, lo firmó, solo ve a casa. Pero no había forma de que fuera a casa».

El cuerpo de Lennon fue incinerado en el Cementerio Ferncliff en Hartsdale, Nueva York. Yoko Ono esparció sus cenizas en Central Park, donde más tarde se creó el monumento conmemorativo Strawberry Fields. Un lugar que se convirtió en una parada obligada para turistas y fanáticos que cada 8 de diciembre se acercan allí y lo recuerdan con flores y música.

El mismo día del asesinato de Lennon, pero en el año 2004, el bajista de la emblemática banda Pantera, conocido como Dimebag Darrell, falleció en condiciones similares, con 4 disparos en el cuerpo y 2 en la cabeza durante un show en un club nocturno en Ohio.

El asesino Nathan Gale, un ex miembro de la Infantería de Marina de los EEUU de 25 años de edad, era parte del público y también un fanático de Pantera. Los motivos del ataque se desconocen, debido a que fue abatido al instante por un policía presente en el momento tras tomar a una persona del público de rehen.

La noche del tiroteo, Gale burló la seguridad del establecimiento armado con una pistola Beretta M9, tomó por el hombro a Darrell y le disparó seis veces a quemarropa matándolo en el acto.

Otras tres personas murieron en el ataque: el fan Nathan Bray, de 23 años de edad, Erin Halk, un empleado del club, y Jeff «Mayhem» Thompson el guardia de seguridad de Pantera
Tras la masacre, se dio a conocer que Gale presentaba severos episodios de esquizofrenia paranoide. En la víspera del tiroteo que le costó la vida a Darrell, Gale le había enseñado a un viejo amigo unas canciones que decía haber escrito, que resultaron ser copiadas de Pantera, de lo que Gale se defendió afirmando que las letras eran suyas, que Pantera le había plagiado sus canciones y que los iba a demandar.

Selena: la furia de la presidenta de su club de fans

El 31 de marzo de 1995 alrededor de las 13:05 horas, Selena Quintanilla murió tras recibir un balazo de Yolanda Saldívar en el hotel Days Inn de Corpus Christi, Texas. La cantante Tex Mex fue asesinada por su amiga y presidenta del club de fans. Tenía 24 años y una gran carrera por delante.

Saldívar fue condenada a cadena perpetua por el crimen que conmocionó al mundo del entretenimiento. Enfermera de profesión, se acercó a Selena como una fan hasta ser su empleada. Negó haberla matado de forma intencional, alegando que el disparo fue por un accidente tras una discusión después de que la despidió.

Para atraer la atención de la cantante,  Yolanda llamó a Selena por teléfono y le dijo que había sido violada. Tras una pelea en la habitación 108, le disparó. La bala entró por su hombro derecho, afectando una de las arterias principales, dejándola herida de muerte. Corrió hasta la recepción y luego se desangró.

Los investigadores estaban convencidos de que Saldívar estaba obsesionada con Selena y estalló de bronca cuando el padre de la cantante la echó por creer que le estaba robando a la artista. Hasta el día de hoy sigue encarcelada. Podrá solicitar la libertad condicional el 30 de marzo de 2025.

La brutal obsesión en un paquete bomba para Björk

Ricardo López, de origen uruguayo, aunque residente en Florida, sufría el síndrome de Klinefelter, su autoestima estaba por los suelos y se sentía marginado de la sociedad. Su obsesión por las celebridades pasó a ser su único pasatiempo. En su punto de mira estuvo especialmente la islandesa Björk, quien por entonces apenas había lanzado dos álbumes en solitario tras liderar la banda The Sugarcubes.

Tras confirmarse que la cantante mantenía una relación con el músico y productor británico Goldie, López entró en cólera y pensó un plan para que ella, según sus propias palabras, se acordaría de él toda la vida: fabricó una bomba con ácido sulfúrico y lo envió a la residencia que en ese momento la cantante tenía en Londres.

Pasó meses filmándose y planeando todo para asesinar a Björk. Dejó 18 horas de video y 800 páginas de su macabro plan. En las imágenes mostraba dicho artefacto y lanzaba todo tipo de improperios racistas a Goldie. A medida que pasan los días, va perdiendo la cabeza hasta el punto de que en septiembre de 1996 decide suicidarse pegándose un tiro en la boca en el piso de su apartamento de Fort Lauderdadale. Envió la bomba la misma noche que se quitó la vida escuchando canciones de Post.

Tras llamados de los vecinos al 911 que sintieron el mal olor que provenía de ese piso, la policía encontró el cadáver en su casa en estado de descomposición. Se había disparado en la cabeza con un revólver calibre 38. Además del cuerpo de López, la policía encontró todas las cintas y avisó de inmediato a Scotland Yard, quienes interceptaron el paquete antes de que llegara a su destinataria.

Tras aquella traumática experiencia Björk decidió mudarse a Málaga, España, unos meses. Así nació Homogenic, su tercer álbum de estudio, lanzado el 22 de septiembre de 1997.

George Harrison casi termina como John Lennon

Otro de los integrantes de la icónica banda de Liverpool casi muere en manos de un atormentado fanático. Tras el asesinato de Lennon, George Harrison no dudó en extremar la seguridad de su mansión de Reino Unido. Pero el 30 de diciembre de 1999 una inesperada visita se produjo.

Michael Abram, de 36 años, obsesionado con The Beatles y aquejado de esquizofrenia paranoide, irrumpió en la casa con un cuchillo mientras Harrison y su esposa Olivia dormían.

Al dispararse la alarma el guitarrista se levantó de la cama, y al ir a ver lo qué ocurría fue sorprendido por Abram, quien tras un forcejeo lo apuñaló en el lado derecho del torso. Su esposa Olivia también fue herida, pero logró detener al asaltante golpeándole con una lámpara en la cabeza.

El de Liverpool fue ingresado en un hospital de inmediato y rápidamente se recuperó. No obstante, el 24 de noviembre de 2001, no pudo ganarle la batalla a un cáncer de pulmón y murió, dejando sólo a Paul McCartney y Ringo Starr como los Beatles que quedan vivos.

Por su parte, Abram fue enviado en un hospital psiquiátrico por tiempo indeterminado.

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