El misterio en torno a la salud de Chávez se debe a que a los venezolanos no les gusta votar por un candidato enfermo
Cuando Fidel Alejandro Castro Ruz enfermó, su sucesor estaba definido: su hermano menor, Raúl Modesto, segundo al mando, Jefe de las Fuerzas Armadas, Vice Presidente del Consejo de Estado y de Ministros, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista Cubano y mucho más.
Hugo Chávez, que es en estos momentos -por el dinero del petróleo y por el declinar de sus equivalentes- la figura central del populismo izquierdista latinoamericano, no tiene sucesor dentro de sus filas. Y da la impresión de que élm tampoco lo quiere.
Y esto, como subraya Ludmila Vinogradoff en ‘ABC’, tiene de los nervios a los chavistas, donde a nadie se le oculta que la nueva operación que sufrirá el mandatario, para intentar ajar el cáncer que tiene en la pelvis, complica enormemente la campaña para su tercera reelección en los comicios del 7 de octubre de 2012.
Todas las alarmas se dispararon este fin de semana, cuando los fuertes rumores de que el mandatario había viajado a Cuba para someterse a nuevos análisis provocaron reuniones de urgencia en el alto mando militar y político del Gobierno.
Lo que preocupa a los chavistas es que el hermetismo y el eterno compás de espera en torno a la enfermedad de Chávez no les han dado tiempo para formar un liderazgo de repuesto, en el caso de que el mandatario no pudiera liderar su candidatura presidencial.
Como adelantó ABC, la enfermedad de Chávez es mucho más grave de lo que cuentan los partes oficiales. Hasta el punto de que al mandatario solo le quedaría un año de vida si no se somete a un tratamiento médico más intenso.
El columnista Nicmer Evans lanza unas palabras muy provocadoras para las filas del chavismo:
«Un proceso socialista no puede depender permanentemente de un hombre, si realmente queremos hablar de un proyecto a mediano y largo plazo. Cada vez que el presidente presenta algún inconveniente de salud, la revolución se tambalea porque siente la posibilidad de quedarse huérfana. Y para un proyecto revolucionario eso es un fatal error».
Evans propone que Chávez nombre a un líder de entre sus filas, a un bateador emergente que pueda garantizar la continuidad de la ‘revolución‘ y formar el liderazgo chavista para las siguientes elecciones regionales y municipales.
Para el exdiputado opositor Ernesto Alvarenga, el misterio en torno a la salud de Chávez se debe a que «a los venezolanos no les gusta votar por un candidato enfermo».
Tras lo que subraya que las disputas aparecidas en el poder por la sucesión podrían desembocar en «una crisis de gobernabilidad».