Mientras la oposición busca a su candidato, el chavismo tiene ya a Nicolás Maduro, que lleva en campaña desde el pasado diciembre
El final ha sido como el principio: un esperpento. Horas antes de anunciar oficialmente el fallecimiento de Hugo Chávez, el vicepresidente Nicolás Maduro -su sucesor in pectore- presentaba el fallecimiento del caudillo bolivariano como un ‘asesinato imperialista’.
Con tanta desvergüenza como ignorancia, daba a entender Maduro en el palacio de Miraflores, con televisión en directo y toda la cúpula chavista enfrente, que la CIA norteamericana había inoculado el cáncer en el cuerpo del presidente.
Y añadía rotundo que todo se terminará descubriendo.
Como subraya Emili J. Blasco en ‘ABC‘, diario que con mayor exactitud y celeridad ha ido relevando al mundo la peripecia final del cuadillo bolivariano, los últimos días de Chávez no son de gran épica.
Su negativa a apearse del poder a pesar de su incapacidad manifiesta para el cargo, la necesidad de los cubanos de prolongar la vida del comandante al menos hasta tener más o menos asegurada la coronación del vicepresidente Nicolás Maduro y la dificultad familiar, sobre todo materna, de aceptar una despedida prolongaron una situación al final excesiva.
Desde las complicaciones del postoperatorio, la previsión de la muerte de Chávez estaba ya en la agenda del Gobierno.
A principios de enero de 2013, desde el Palacio de Miraflores venezolano se dieron ya las medidas para el sarcófago.
Durante esas semanas de la convalecencia de Chávez en Cuba, visitó la isla Massimo Signoracci, conocido como «el embalsamador de los Papas».
Todo indica que Nicolás Maduro retraso bastante tyiempo, probablemente 9 horas, el anuncio de la muerte de Chávez y producida esta, se abren numerosas incógnitas.
Maduro, saltandose todas las normas, ha asumido el poder, decretado siete días de luto y sacado los tanques a la calle. Se perfila como favorito en la carrera, pero no esta todo claro.
DIVERSAS OPCIONES Y MUCHAS DUDAS
Lo más inmediato que manda la Constitución es la convocatoria de elecciones presidenciales en las próximas semanas, las cuartas en los últimos catorce años.
Chávez ha dejado tras de sí una crisis general en todos los ámbitos de la vida de los venezolanos, divididos y en lucha fratricida por el poder. Para comenzar, la economía precisa ajustes ineludibles, debido a su elevado déficit fiscal, inflación y deuda pública.
En lo político, la turbulencia ha impactado tanto en el chavismo como en la oposición. Mientras agonizaba, Chávez sirvió de amalgama a sus dirigentes y los cinco millones de militantes del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv).
Sin embargo, su ausencia deja aflorar las profundas divisiones y enfrentamientos contenidos en la base del partido por la figura carismática del fundador.
En la oposición, la crisis no es tan evidente. Sus líderes -son una minoría, apenas tres gobernaciones de veintitrés estados, entre ellos Henrique Capriles en Miranda- no tienen tanto poder como los chavistas.
Pero las críticas en la oposición pueden resultar más demoledoras que en el oficialismo porque el Gobierno les aplica la sordina.
Civiles y militaristas
Pero el chavismo no está tan unido como cuando vivía bajo la sombra de su líder omnipresente y omnipotente.
Al desaparecer Chávez, afloran las contradicciones y roces que él mantuvo a raya a lo largo de catorce años.
Los conflictos son ahora entre los civiles y los militaristas; entre los revolucionarios convencidos y los oportunistas y corruptos.
Respecto al primer conflicto, los nombramientos de Elías Jaua en la Cancillería y de los vicepresidentes del Parlamento, suman puntos a favor de los civiles, es decir, del «delfín» Nicolás Maduro.
Si esta ventaja de los civiles se consolida, Maduro habrá fortalecido su control sobre la maquinaria del partido chavista y sus opciones electorales.
En verdad, el vicepresidente de Venezuela ha estado en campaña desde que Hugo Chávez lo designó sucesor en diciembre de 2012, poco antes de la cuarta operación del cáncer que padecía; pero con un adversario como Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional, entorpeciendo el proceso, haciéndole sombra.
Como Chávez no llegó a jurar el cargo, Cabello será previsiblemente el presidente encargado hasta la designación de un nuevo mandatario tras las elecciones. El mandato de Diosdado Cabello será en este caso un mandato efímero, transitorio y de bajo poder.
La pugna entre Maduro y Cabello se ha trasladado al Tribunal Supremo de Justicia y se ha visto en los traslados de un Chávez próximo a la muerte.
El repentino traslado del ya desaparecido presidente a Caracas, tras un complicado postoperatorio de la cuarta intervención quirúrgica, tenía como fin una urgente investidura, que beneficiaba a Maduro, puesto que Chávez podía nombrarlo en firme como vicepresidente.
Así hubiera sido él quien institucionalmente encabezaría el país hasta la celebración de las elecciones. Tanto Maduro como el régimen cubano temían una maniobra de Cabello si finalmente se quedaba al cargo de Venezuela.
Mientras tanto, el candidato de la oposición está por definir.
Capriles logró el 45% de los votos en las presidenciales del 7 de octubre de 2012, pero no es el favorito de toda la oposición y la MUD todavía no ha designado a su abanderado.
Al gobernador de Miranda le critican su pasividad y su falta de visión política. La nueva generación de líderes venezolanos todavía no ha encontrado el camino para reconciliar a las viejas organizaciones políticas con las nuevas, de las que son sus herederos. Un problema generacional.
Y mientras la oposición busca a su candidato, el chavismo tiene ya a Nicolás Maduro, que lleva en campaña desde el pasado diciembre. Esta ventaja se verá en los resultados de las urnas.
PROXIMOS PASOS
- Elecciones
Muerto el presidente, la Constitución prevé la convocatoria de comicios en las próximas semanas, los cuartos en los últimos 14 años - Oficialismo
Nombrado «delfín» por el propio Hugo Chávez semanas antes de morir, Nicolás Maduro tiene todas las papeletas de convertirse en el candidato del Partido Socialista Unido de Venezuela. - Luchas intestinas
Al desaparecer su líder omnipresente, en el chavismo afloran los conflictos que él mantuvo a raya. Ahora son entre civiles y militaristas; entre revolucionarios convencidos y los oportunistas y los corruptos - Oposición
La crisis interna no es tan evidente como en el oficialismo, pero su aspirante al está aún por definir. Henrique Capriles no tiene un claro apoyo de la mayoría. - Al borde del precipicio
La economía precisa ajustes ineludibles, debido a su elevado déficit fiscal, inflación y deuda pública