La campaña ha sido un intercambio de golpes más que de propuestas entre el heredero del líder bolivariano y el candidato opositor, y una especie de segunda vuelta de las elecciones del pasado 7 de octubre
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De nuevo insultos, de nuevo canciones y, cómo no, masivos actos con entusiasmo desbordado: como en octubre pasado, pero sin la presencia física de Hugo Chávez.
Oficialmente, la campaña electoral por la presidencia de Venezuela terminó este jueves con dos demostraciones de fuerza movilizadora, tanto del oficialista Nicolás Maduro como del opositor Henrique Capriles.
Sólo fueron diez días, suficiente para descubrir un nuevo Capriles mucho más agresivo y para que diera la vuelta al mundo lo de Chávez convertido en pajarito que se le apareció a Maduro.
«El imperialismo y la burguesía decadente creen que la revolución se acabó, creen que porque perdimos físicamente a nuestro comandante, esta revolución llegó a su fin, creen que el chavismo se acabó. Lo dicen y respondemos con humildad, convicción y fuerza, ahora es que hay Chávez para rato», dijo Maduro a la multitud que se concentró este jueves en Caracas para el cierre de campaña.
En el mismo tono que el resto de la campaña, Maduro no paró de evocar a Chávez, la multitud volvió a ver el video en que Chávez pide a los suyos que voten por Maduro.
«Por eso estoy aquí».
Por su parte, Henrique Capriles cerraba también el jueves su campaña con un acto en la ciudad de Barquisimeto, estado Lara.
«Si les hubiese preguntado hace 20 o 30 días si creíamos que esto iba a ser posible, muchos hubieran dicho que no (…). Qué cruzada más bonita, llena de esperanza, ven que sí valía la pena luchar por el futuro (…). Lo que viene es la Venezuela de la vida y no de la muerte», agregó el candidato opositor, insistiendo en mostrarse como quien pondrá fin a los problemas de inseguridad.
«No voy a eliminar nada que signifique un beneficio para el pueblo… Yo lo que sí voy a eliminar son los problemas».
De cercaAsí llega a su fin esta campaña relámpago entre los candidatos que se disputarán la presidencia el próximo domingo.
Vista por televisión, es un escenario frente a una larga avenida y un mar de gente. Eso es básicamente la campaña electoral de Venezuela en este 2013, un sprint si se lo compara con la maratón de tres meses de 2012.
Ahora bien, el espectáculo de dos candidatos recorriendo el país en tromba, con actos mañana y tarde, pie a tierra, adquiere sus matices.
Eso pude constatar en los últimos días asistiendo a los actos de ambas campañas en distintas partes del país.
«Para hacer cumplir la palabra»
Para ir a ver a Maduro, lo suyo es vestirse de rojo, idealmente con la camiseta de la mirada de Chávez, pero también triunfa la que dice «Yo soy Chávez».
La espera antes de la aparición del candidato se hace más corta bailando salsa con las pequeñas orquestas o ante las pantallas gigantes dispuestas a lo largo de la avenida que da de frente al escenario.
Ya en plena intervención de Maduro, no son pocos los que parecen bastante distraídos mientras habla. Es difícil tener la sensación de que ese era el plato fuerte del evento.
Y queda en evidencia que no lo es cuando Maduro se saca del bolsillo la palabra mágica, lo que de verdad levanta pasiones allí: «Chávez». En cuanto nombra al difunto presidente, todo son vítores, se alzan los brazos y casi se podría decir que regresa la fiesta.
Del que por 14 años fuera presidente, hasta en la oposición coinciden en que era un extraordinario candidato que además gozaba de un vínculo emocional muy fuerte con la gente.
En un discurso de Chávez, que podía durar horas, daba la sensación de que allí estaban todos hipnotizados. La comparación con el caso de Maduro es inevitable.
En cualquier caso, con fervor o sin él, los que están en sus actos van a darle su voto. «Para hacer cumplir la palabra de Chávez», como le dijo a BBC Mundo Paúl Pérez, trabajador de la Gran Misión Vivienda, en un evento electoral de Maduro.
«Queremos cumplir el último deseo de nuestro comandante y su decisión plena e irrevocable era que le diéramos el voto a Maduro. Aspiramos a que siga los preceptos de nuestro comandante, mirando por los más necesitados», le dijo a BBC Mundo Jenny García, docente de 39 años.
En escena
También hay música y animadores para mitigar las esperas en el lado de Capriles, quien suele llegar con una puesta en escena bastante teatral, atravesando la multitud sobre una camioneta, lo que adquiere tintes de milagro cuando pasa por donde uno pensaba que no cabía un alfiler.
«A mí no me pagan por estar aquí, vine porque quise y porque quiero un cambio en la educación, en la seguridad. El gobierno lo hace todo mal», le dijo a BBC Mundo Ortiga López mientras marchaba para escuchar a Capriles.
Los empujones y el calor son la marca de la casa en los actos de Capriles, donde a diferencia del rojo casi uniformado de los chavistas, lo que se impone son las camisetas del color de los diferentes partidos que componen la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
Zuleima, empleada del sector industrial, insistió en la misma idea al decir que los chavistas «obligan a ir a los funcionarios y a los beneficiarios de las misiones».
«Pero a muchos no les gusta su candidato, así que si esos no le votan, tenemos una posibilidad».
Esa es la apuesta de la oposición, que Capriles conserve su voto y que Maduro pierda al menos un 20% de los de Chávez, algo que descartan sin embargo en el oficialismo.
Capriles tampoco ha dejado de hacer recorridos a pie -incluso trote- entre empujones, sudando muchísimo por el calor venezolano, haciendo alardes de su buena condición física. Lleva seis meses así, casi sin parar. Todo por movilizar y entusiasmar a los suyos.
Así es que Germán Febles, mostró el optimismo que se va extendiendo entre las filas opositoras, que poco después de la muerte de Chávez no lo tenía nada claro y ahora parece convencido de que por lo menos el resultado va a estar reñido.
«La gente de oposición está con moral y convencida de que hay que votar y movilizarse. Es evidente que Maduro no es Chávez, pero la apuesta no puede ser sólo esa, sino que tenemos un candidato mucho más sólido», le dijo a BBC Mundo Germán Febles.
Contraste
Las diferencias en las campañas son más profundamente evidentes en tanto uno pasa más tiempo en el terreno.
Y en medio de estos dos estilos tan distintos, el de Maduro y el de Capriles, Venezuela se prepara para ir a las urnas nuevamente este domingo y empezar a resolver como será el país después de la era de Hugo Chávez.