El inglés de origen kuwaití Mohamed Emwazi, de 26 años, más conocido como ‘el yihadista John’, es el gran jefe y todos le temen. Maneja el cuchillo como nadie en el Estado Islámico, y da órdenes a diestro y siniestro mientras se encarga de pasar a cuchillo a sus víctimas.
Los condenados no se resisten, algo que sorprende a muchos, auque tiene su explicación…
Lo cuenta a la cadena de noticias británica Sky News’, un joven que actuó como traductor de sus víctimas, y quien lo vio asesinando al periodista japonés Kenji Goto, de 47 años, cuya muerte se conoció el pasado 31 de enero. Sería el quinto rehén foráneo degollado a cuchillo por Emwazi desde que en agosto mató al estadounidense James Foley.
El antiguo traductor desertó de las fuerzas del califato y permanece oculto en Turquía.
SUS ‘SECRETOS’
«Cuando mató a Kenji Goto, lo vi en vivo, pero no muy cerca, desde una pequeña distancia», dice el hombre en su inglés básico, aunque muy comprensible.
El presunto testigo se hace llamar ‘Saleh’ y relata que una persona turca lo contrató como traductor para trabajar en Siria. Después del crimen de Goto, huyó a un pueblo de Turquía, donde se realizó la entrevista.
Reveló por qué los rehenes que estaban a punto de ser decapitados aparecían colaborando con los mensajes que querían propagar, antes de someterse a su decapitación con una tranquilidad llamativa, escalofriante.
Un hombre turco le pidió que convenciera a los extranjeros de que estaban seguros, tras someterlos muchas veces a ejecuciones falsas, hasta que la práctica se volvió normal: «Me dijo que les dijera que no había problema, sólo videos».
Frases como «No te vamos a matar», «Queremos que tu gobierno deje de atacar Siria», «No tenemos ningún problema contigo, sólo son nuestras visitas», le servían a Saleh para llevar adelante el trabajo que le pidieron, aunque él sostiene que estaba seguro de que al final morirían.
La idea de someterlos a las falsas ejecuciones tenía un papel importante para lograr que no se resistieran cuando la cosa iba en serio:
«Todo el tiempo (John) les decía ‘es un ensayo, no te preocupes, no te preocupes’. Él quería que cuando realmente lo fuera a matar, no retirara la cabeza».