El pueblo, tiene maneras muy particulares de hablar. Para los gobernantes o aspirantes, hay una sola forma correcta de interpretarlos, dentro de todas las opciones existentes.
En ese tránsito, o sea, desde la expresión hasta el entendimiento o comprensión, se producen señales, signos, etcétera, para facilitar lo que auténticamente es un proceso de comunicación política. A veces el ruido interfiere o dificulta esa tarea.
Los contenidos bien analizados y procesados producen efectos. Hasta la saciedad hemos considerado la existencia de un divorcio enorme, entre lo que quiere y necesita la gente y lo que hacen, mostrados en hechos, un determinado sector dirigencial del país. No puedo ni siquiera calificarlos de líder. Ellos siguen como «Adán el Día de las madres».
Un líder, un estadista ya sabría hacia donde sopla el viento y cómo hacer para que llegue a donde hace falta. Hay unas reglas muy claras para volver a recuperar esa empatía. Para saber qué es lo que piensa el común. Siempre comento que un verdadero político acude a las encuestas siempre como segunda opinión, para corroborar como los médicos un primer diagnóstico.
Los estudios de opinión, hechos de manera profesional, nos brinda la herramienta para construir la propuesta y segmentar los mensajes. Los jóvenes hablan de una manera y su interpretación de la crisis, de la vida misma es diferente, con los adultos de la clase media, entre otros, aunque haya coincidencias en determinada puntos.
La clase política dominante y alternativa del poder, presenta una carencia de visiones en una dualidad de intereses. Posiblemente para ellos es cada vez más difícil traducir esa cosmovisión. El truco de este negocio de la política es precisamente ese. Se dice que Rómulo Bethacourt, considerado el líder más resaltante del siglo XX en Venezuela, podía comprender fácilmente al venezolano, porque hizo a su partido “AD”, a imagen y semejanza del mismo.
No estoy hablando de lo bueno o de lo malo, sino de lo que es. Miranda decía que a este pueblo lo que le gusta es el “bochinche”. Entre lo que dicen y lo que hacen la MUD, el llamado G4 y el frente amplio hay un mar de diferencias. Entusiasman y desalientan en la distancia entre un punto y otro.
La calle cada vez que se convoca muestra una realidad incontrastable: el venezolano dejó de creerles y no hay sustitutos. No es que ahora le creen más a María Corina o Ledezma, nada que ver. No es que eran cristianos y se hicieron musulmanes.
No es que eran creyentes de Dios y se hicieron agnósticos. El venezolano y ratifico, no tengo que ver encuestas para entenderlo, es ahora como se les dice a los que acuden por primera vez a la iglesia mormona: un investigador. Eso es el mayor peligro que enfrenta esta sociedad porque el diablo cambia de rostro con facilidad.
No es imposible y lo digo sin fanatismo, que el chavismo se vuelva a vender, se disfrace usando hasta el paroxismo del placer el populismo. Ese mismo que regreso en Argentina, en Chile, en Colombia por ejemplo. Una máxima política señala “el que no hace le hacen”. Ante la ausencia de mensajes claros y definidos, ese monstruo de mil cabezas llamado socialismo del siglo XXI prepara una nueva entrada para el 2021.
Lo que viene es peor y se perdió prácticamente un año, trescientos sesenta y cinco días en haber iniciado un rescate democrático de la República. Ellos (los chavistas) saben que la voz del pueblo, que es la voz de Dios necesita escuchar, ver y palpar un nuevo modelo económico, y lo están preparando con asesoría China.
Mientras que de este lado, nos quieren volver a vender la película “Trump return”, ahora Si intervendrá, porque ya se reeligió matando al sucesor de Osama Bin lada, ellos preparan el Modelo Chino para Venezuela. Nadie sea sorprendido. El efecto de Sur América conspira contra la construcción de una alternativa liberal en nuestra nación.
No llegará una ayuda que no se pide y menos si lo hacemos por varias facciones. El interés por Venezuela debe unirnos. El comunismo chavista madurista no se detendrá por obra y gracia del espíritu santo. La dirigencia de gobierno nacional no son las hermanas carmelitas. O caminos todos juntos oyendo la misma voz de Dios o nos destruirán por separado con el mínimo esfuerzo de su parte.
Me parece una imbecilidad seguir atribuyendo estos resultados a un “superplan” “soviético-comunista-cubano”. Estos tipos son especialistas en bailar sobre la tumba de su enemigo. Nacieron para sabotear, para destruir y como ninguno, el comunismo sabe aprovechar muy bien las coyunturas.
La izquierda que gano en Argentina o en Colombia, nada tiene que ver con el chavismo. No contribuyamos a darles más “perfomance” a quienes no lo tienen.
Aún hay tiempo.
Llegó la hora de los inteligentes y honestos en política.