Rehan Kurdi, la madre de Aylan Kurdi, tenía miedo. Un mal presentimiento no la dejaba dormir. Y se lo manifestó por teléfono a su cuñada en Canadá, según relata ‘Infobae‘.
«Le tengo mucho miedo al agua… no quiero ir».
Ésas fueron las últimas palabras que la mujer de 32 años le transmitió a Teema Kurdi, la hermana de Abdullah, su marido.
No sabía nadar y creía que la opción de subirse a una precaria embarcación con sus dos pequeños de cinco y tres años era peligrosa. Pero también sabía que lo que su marido le proponía era la última alternativa posible para escapar de la guerra.
Una semana atrás se lo manifestó a Teema: «No sé cómo nadar… si algo sucede… no quiero ir», le confió, aterrada ante la idea de abordar un bote repleto de inmigrantes para hacer unir Bodrum con la isla griega de Kos.
«Supongo que decidieron que querían hacerlo todos juntos»,
contó Teema entre llantos desesperados en la puerta de su casa en Canadá, país que rechazó el pedido de asilo para la familia Kurdi.
«Estoy asustada, realmente asustada. Estoy preocupada por él (Abdullah), le dije que no volviera a Kobane», agregó la mujer.
«Pero se negó. Estoy preocupada por su seguridad ahora, especialmente luego de que sucediera esto y todo el mundo está mirando».
Teema contó a la prensa lo que su hermano le dijo cuando ella le suplicó que no regresara a Kobane:
«Turquía no es nuestro país. Ellos nacieron en Kobane y es allí donde quiero ir… para darle a Galip una banana. ¿A quién le compraré ahora una banana?». «No quiero nada más de este mundo. Quiero enterrar a mis chicos y sentarme a su lado hasta morir»,
había dicho previamente Abdullah, quien finalmente pudo llevar a sus hijos a su ciudad natal.
Pero Teema tiene además otro temor: una segunda hermana que supuestamente está en Turquía y de la que no sabe absolutamente nada. Cree que querrá embarcarse también en alguna «aventura» que podría terminar con su vida.
También recordó a Rehan:
«Era muy joven para morir. No debería haber sucedido. La gente escapa de la guerra para mantener a sus hijos a salvo, sus vidas estaban en peligro, fueron forzados a hacerlo. Ella es mi prima. Nacimos en Damasco pero crecimos en Kobane».
La familia Kurdi tenía campos de árboles de olivo en esa ciudad fronteriza y todos los veranos se reunían a trabajar en ellos. Fue una de esas temporadas cuando Abdullah se deslumbró con la belleza de Rehan. La familia pronto arregló el matrimonio.