Una mujer está viviendo una pesadilla sin final. En una denuncia pública redes sociales, la organización RAICES cuenta la historia de una de las mujeres detenidas en el centro de mujeres migrantes del condado de Karnes, Texas. Nancy, el nombre ficticio que usa el grupo defensor de migrantes, huía de la tortura de su país de origen, donde incluso le habían practicado a la fuerza la mutilación genital femenina (MGF).
La mujer -cuenta RAICES- llegó en julio a Estados Unidos, después de cruzar la frontera cerca de Acuna, México. Poco despúes, los agentes fronterizos la capturaron y la arrestraron en el centro de detención Del Rio, en Texas. Allí pasó dos días hasta que la trasladaron a las instalaciones del condado de Karnes.
“Tenía mucho, mucho frío. No podía dormir y comía muy poco. Me sentía enferma y me pasé el tiempo llorando“, contó la mujer a RAICES. Su situación parecía que iba a mejorar cuando llegó a Karnes. Allí una enfermera le preguntó por sus dolencias pero solo le dijo que le dolían los ojos.
Nancy no se sentía en confianza para decirle a la persona que le atendía que “estaba muy deprimida y que había tenido problemas mentales en el pasado“, algo que la ha avergonzado desde siempre. “Me daba miedo y vergüenza contarlo”, reconoció la mujer.
Los problemas no tardaron en llegar en el centro de Karnes. Cuando ya no podía comer ni beber, otra de las detenidas le recomendó que lo dijera. Fue así como consiguió que la llevaran a un psicólogo, que le recetó unos medicamentos para dormir. “Los medicamentos no me ayudaron mucho”, se quejó Nancy.
En agosto, Nancy le contó a un funcionario que lleva los casos de asilo “la mayor parte” de su historia. Después de hablar de que le habían forzado a someterse a la MGF y de que había sido torturada, le dio un ataque. “Lloraba y no podía hablar”, confesó la mujer. En el centro le dijeron que se comunicara con un psiquitara por videoconferencia pero el ataque la tenía bloqueada.
Dos días después, el ataque continuaba y la respuesta de la unidad médica fue más medicación. La dejaron en una habitación de la unidad durante una semana y luego le suministraron una medicación que le ayuda a dormir por las noches. Pero RAICES denuncia que a día de hoy, tras dos meses en Karnes, Nancy está exactamente igual al no haber recibido un tratamiento médico adecuado.
Y las cosas no parece que vayan a ir mucho mejor para ella y sus compañeras del centro de Karnes. Ahora ICE y la compañía privada de prisiones GEO quieren trasladarlas a otras instalaciones del país para albergar a familia en Karnes. La organización exige el cierre inmediato de Karnes y la puesta en libertad de las mujeres.