Menem, impulsor de la privatización de YPF, votará a favor de su expropiación
En un editorial, el influyente diario financiero neoyorquino sostiene que tal expulsión supondría la mejor forma de llamarle la atención, ya que «la señora de Kirchner no está por acatar cualquier tribunal internacional».
El diario profundiza en lo perjudicial para Argentina que resultaría la expropiación de YPF de la multinacional española Repsol, ya que va a «animar la fuga de capitales, que los controles severos y los perros rastreadores en los transbordadores que cruzan el Río de la Plata al Uruguay no han podido frenar».
La decisión de la presidenta «tiene sentido cero para Argentina, tomando en cuenta su necesidad de capital extranjero para desarrollar reservas de crudo y de gas que se creen muy extensas».
«Pero si la Historia sirve de guía, eso a la señora de Kirchner le da igual. Está intentando salvar su presidencia mientras que el modelo económico que heredó de su marido, el fallecido Néstor Kirchner, pierde fuelle».
El periódico recuerda que al asumir el cargo en 2003, tras el fracaso de la paridad entre el peso y el dólar, «Kirchner impuso controles sobre los precios, derogó contratos, renunció a pagar las deudas, expropió bienes y ahuyentó a los inversores extranjeros».
En la recuperación económica que se obtuvo después, «el crecimiento partió de una base reducida y se alimentaba de un tipo de cambio para el peso que era artificialmente bajo y un mayor proteccionismo, dirigido a generar demanda interna».
Al mismo tiempo, Argentina se vio beneficiada por los bajos tipos de interés dictados por la Reserva Federa de EE. UU., que dieron lugar a un «boom en los precios de las materias primas que suponen una gran parte del PIB de Argentina».
«Ahora el crash parece inevitable; la economía se ralentiza y las reservas internacionales se fugan».
«Al robar Repsol –argumenta– la señora de Kirchner pretende aprovecharse de los sentimientos nacionalistas» y hacerse con los suministros de petróleo y los medios para alimentar «la maquinaría del clientelismo político».
Sin embargo, -sostiene el editorial- está impulsando la fuga de capitales.