La política petrolera chavista fue el primer paso para el desastre económico

La industria petrolera en Venezuela: Un derrumbe que inició en las manos de Hugo Chávez

La producción de Venezuela tocó techo en 1998 y comenzó el descenso liderado por las pésimas políticas chavistas

La industria petrolera en Venezuela: Un derrumbe que inició en las manos de Hugo Chávez
Hugo Chávez en la petrolera estatal PDVSA PD

Una Venezuela sin petróleo es la peor pesadilla económica para el país caribeño. Un desplome de la producción de petróleo tan drástico y prolongado como el que está sufriendo es «un hecho casi sin precedentes», aseguran desde el Instituto Internacional de Finanzas (IIF). La producción de petróleo del país caribeño ha caído más de un 70% desde sus máximos históricos, un descenso que ha ganado fuerza en los últimos años, pero que dio comienzo a finales de los 90, lo que deja entrever que la mala gestión pública no es cosa de dos días. El país con más reservas de petróleo del mundo sufre escasez de gasolina durante ciertos periodos.

Los datos que muestran los economistas del IIF destacan que la producción del país lleva cayendo desde finales de los 90, perdiendo peso dentro de la OPEP y en la cuota de mercado global. Estos expertos destacan que la producción ha caído con más fuerza en los últimos tiempo con la imposición de sanciones, «pero la mala gestión de PDVSA (la petrolera pública) desde mediados de los 90 también forma parte integral del colapso de la industria».

La producción de petróleo en Venezuela tocó techo en 1998 con un bombeo de 3,5 millones de barriles diarios (mbd), lo que suponía alrededor del 14% de toda la producción de la OPEP. Hoy, la extracción de crudo ha caído por debajo del millón de barriles por día, poco más de 3% de la producción del cártel liderado por Arabia Saudí.

Desde la llegada de Hugo Chávez al poder en Venezuela se produjeron cambios importantes en la política petrolera del país que pudieron minar la inversión en la industria y la eficiencia en la producción. Robert Rapier, ingeniero químico y consultor energético, destacaba un columna en Forbes que en la huelga general de 2002 y 2003 Chávez despidió a 19.000 empleados de PDVSA para reemplazarlos por trabajadores fieles a su gobierno.

Estos despidos masivos y a discreción fueron nocivos para el mantenimiento y los planes de futuro de la empresa. Trabajadores con gran experiencia y conocimientos se quedaron en la calle, mientras que otros que sabían poco de petróleo pasaron a engrosar la plantilla de la empresa pública.

A esto hay que sumar todos los años que Venezuela ha estado vendiendo petróleo subsidiado (por debajo del precio de mercado) a países con regímenes afines al de Maduro. Esto junto a las políticas de gasto social implementadas por los gobiernos bolivarianos han reducido la cantidad de los ingresos del petróleo que se podían dedicar prolongar la vida de la ‘gallina de los huevos de oro’.

La producción del país se resentía cada vez que los precios del petróleo corregían en el mercado, el problema es que esas pérdidas de producción se recuperaban pocas veces cuando el ‘oro negro’ volvía a subir de precio. Venezuela fue perdiendo peso dentro de la OPEP año tras año, los ingresos por petróleo aumentaban porque el barril era cada vez más caro (llegó a costar más de 140 dólares por barril), no porque el país aumentase su capacidad de producción.

Con la aparición del fracking y la extracción de shale oil en EEUU, el mercado de petróleo cambió de forma importante. Un competidor que quiere jugar con las reglas del mercado y que se niega a participar en el cártel de la OPEP. El precio del petróleo se desplomó a finales de 2014 y probablemente no volverá a ver los precios del pasado (hoy el Brent cotiza a 62 dólares por barril). Esto ha terminado de hundir a una industria venezolana que no se había renovado y que ahora no puede ni pagar las tareas más básicas de mantenimiento.

Desde el IIF señalan que «la caída acumulada de la producción desde 2015 no tiene casi precedentes y es probable que se prolongue si la política del país no cambia. La carencia de recursos para mantener las infraestructuras petroleras limitan más a esta industria que las sanciones, ya que Venezuela aún cuenta con el apoyo de sus clientes en Asia, lo que le permitiría redireccionar sus exportaciones». Pero el problema es que Venezuela está bombeando poco más de 900.000 barriles por día.

Las sanciones impuestas por EEUU al crudo venezolano, los cortes de electricidad que impiden el correcto funcionamiento de la industria y unas infraestructuras petroleras que se encuentran dañadas son la combinación de factores que han producido el reciente colapso, que sin embargo venía gestándose desde hace más de una década.

«El petróleo es la única entrada de divisas, por lo que la baja producción supone una mayor compresión de las importaciones, agravando la escasez de bienes básicos. Teniendo en cuenta los compromisos (con China o Rusia) de pago de deuda en especie (petróleo), el efectivo libra para importar bienes se reduce todavía más», señala la nota del IIF.

El pasado mes de mayo, el banco central del país admitió que la actividad de la economía de Venezuela había caído un 53,4% en los últimos cinco años, mientras que la hiperinflación que asola el país caribeño alcanzó el 130.060% en 2018. El deterioro de la situación económica de Venezuela tiene su reflejo en el desplome de los ingresos por las exportaciones de petróleo, que en 2018 sumaron 29.810 millones de dólares (26.793 millones de euros), frente a los 85.603 millones de dólares (76.940 millones de euros) de 2013.

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