El discurso forma parte de un esfuerzo por parte de la Casa Blanca para mantener la cuestión inmigratoria en la agenda política
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, afirmó este jueves que es necesario un sistema de inmigración para todo el país que «refleje nuestros valores como un Estado de Derecho y un país de inmigrantes».
Y ha explicado que la situación «no se arregla con vallas y patrullas fronterizas».
Así lo dijo en un discurso para defender la necesidad de una reforma migratoria exhaustiva que pronunció en la Facultad de Diplomacia de la Universidad Americana, en Washington, ante una audiencia de unas 250 personas.
UN DISCURSO VIBRANTE
«Es necesario que se cree una nueva ley de inmigración que refleje nuestro valores como un Estado de Derecho y un país de inmigrantes».
«Los inmigrantes deberán aprender que ser norteamericano comporta derechos, pero también deberes. Deberán pagar las tasas [debidas], una multa y aprender inglés».
Se esperaba que el presidente aprovechara la ocasión para anunciar públicamente que presentará un pleito contra la ley de Arizona que convierte en un delito la inmigración ilegal.
Sin embargo, aunque el presidente criticó la normal, calificándola de «mal concebida», no anunció ningún movimiento respecto a la ley a la espera de recibir las conclusiones de informe que solicitó a sus consejeros legales.
El presidente reconoció que el actual sistema de inmigración «está roto», lo que lleva a que estados y entidades locales a abordar la cuestión inmigratoria con leyes propias, como ha hecho Arizona.
Obama se mostró comprensivo con la pérdida de paciencia de las entidades locales ante la inacción del gobierno federal y el Congreso, pero alertó del peligro y la injusticia que supone que cada estado regule una cuestión tan sensible por su cuenta.
En su discurso, de más de unos 40 minutos de duración, el presidente ha defendido la actuación de su administración en el control de las fronteras.
«Nunca antes ha habido tantas botas patrullando la frontera. Hemos doblado el número de agentes sobre el terreno, y hemos triplicado el de oficiales de inteligencia», aseguró Obama, que recordó que, contrariamente a la percepción popular, la criminalidad en las zonas fronterizas ha disminuido.
Como es habitual en Obama, ha presentado su posición sobre la cuestión como moderada, y basada en el sentido común, y ha criticado los dos extremos en este debate, quienes quieren una «amnistía», y quienes defienden que primero se deben «sellar las fronteras» antes de acometer una reforma integral de la ley de inmigración.
Limitaciones
«Técnicamente es imposible detener y deportar a 11 millones de personas. Además, sería extremadamente caro, y rompería la fibra social de esta nuestra sociedad. Porques estos inmigrantes están intricados ya en esta sociedad».
«Muchos tienen hijos que son ciudadanos, o bien son ilegales simplemente porque sus padres les trajeron a este país donde han crecido«, aseveró el presidente, antes de reiterar su apoyo a la DREAM Act, una propuesta de ley que concedería la ciudadanía a los estudiantes indocumentados que consiguieran buenos resultados en la escuela.
Obama instó al Congreso, y muy especialmente a los republicanos, a aprobar la reforma porque es «una cuestión moral», y no sólo «política, o económica».
«Yo estoy a punto para progresar, [en la reforma], la mayoría de demócratas y del pueblo americano también. Pero sin el apoyo de algunos republicanos no podemos abordar este problema. Esta es la realidad política y matemática en el Congreso. Miembros de ambos partidos reben resolver este asunto de una vez».
Contrastes históricos
A diferencia del año 2007, cuando el intento de aprobar una reforma integral del sistema de inmigración fue apadrinado por John McCain, junto a Ted Kennedy, en esta ocasión ningún republicano quiere apoyar la reforma antes de las elecciones.
De hecho, incluso McCain y Lindsay Graham han cambiado de opinión, y ahora se oponen a impulsar la reforma.
El discurso forma parte de un esfuerzo por parte de la Casa Blanca para mantener la cuestión inmigratoria en la agenda política, a pesar de la reticencia de muchos congresistas de aprobar una reforma este año.
El lunes Obama se reunió con los líderes de varias organizaciones pro-inmigración, y el martes con los congresistas hispanos, miembros del «Congressional Hispanic Caucus».
Según la mayoría de analistas, la insistencia de Obama en la cuestión de la reforma inmigratoria se explica por un interés electoralista. Consciente de la imposibilidad de aprobar la reforma, el presidente pretendería hacer visible que la responsabilidad recae en los republicanos.
Y es que la comunidad hispana está furiosa ante la inacción en este asunto, y sus votos serán decisivos en las elecciones legislativas del próximo mes de noviembre.
Más allá de las cuestiones políticas, el discurso tuvo un fuerte componente emocional. El presidente glosó la importancia que han tenido los inmigrantes en levantar este país, y en la discriminación que han sufrido otras olas de inmigrantes, como los italianos, los irlandeses, o los judíos.
Aunque el discurso tuvo lugar en la American University de Washington, entre los cerca de 250 asistentes no habían muchos estudiantes, sino líderes sociales: congresistas, pastores, responsables sindicales, etc.