Cuenta M.J. Alvarez en ‘ABC’ quelo primero que escucho Dulce fueron uno gritos tremendos:
«¡Socorro! ¡Auxilio! ¡Policía!».
Era el pasado 1 de marzo de 2012 y la joven, una novata policía nacional, estaba fuera de servicio y paseaba tranquilamente por el Paseo de las Delicias (Arganzuela).
Las alteradas voces procedían de un hombre joven que acababa de salir corriendo de la joyería Argo’s, situada en el número 34, y que llevaba la mano y la camisa ensangrentadas. Eran las 17 horas y el comercio acababa de abrir.
La funcionaria, de 33 años, que responde al nombre de Dulce, es de Lanzarote y acaba de salir de la Academia (noviembre de 2011), no se lo pensó dos veces.
«Vi como se movía la vitrina del escaparate e imaginé que dentro del establecimiento habría algún dependiente más, junto al atracador, y que se habían resistido al robo».
«Yo me limité a enseñar mi placa y mi carné profesional. Le conminé a que tirara el cuchillo al suelo y le dije que estaba detenido».
Acto seguido, llamó a la sala del 091 para pedir refuerzos y a una ambulancia.
«No sé si entendía el castellano o no, lo cierto es que cuando vio que era policía hizo un gesto como de echarse hacia atrás, quizá sorprendido, pero el cuchillo no lo soltó».
Mientras esperaba la llegada del coche patrulla de la Comisaría de Arganzuela, la agente intentó tranquilizar al delincuente y a las víctimas.
«Te ha salido mal. No empeores más las cosas. Tira el arma. Él no hablaba, se limitaba a mirar mientras yo trataba de calmar a los empleados y al herido, que entró detrás de mí».
Cuatro o cinco minutos después llegaron sus compañeros y fue entonces cuando arrojó el enorme cuchillo se puso de rodillas y le esposaron. Se trata de Kay Alshanov, de 24 años.
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