«Tuvimos que armarnos porque el Gobierno no nos protege del narcotráfico. Sabemos que es ilegal, pero tenemos que defender a nuestra familia y a nuestro pueblo».
El que habla es Hipólito Mora,agricultor, ganadero e inmplacable líder de las llamadas ‘autodefensas‘ en el vioento estado de Michoacan.
Cuando el periodista Juan Micheli, de Infobae le pregunta si algunas vez ha matado a alguien coon sus manos, Hipólito Mora guarda silencio.
«Vigilamos las entradas de los pueblos porque sabemos que van a reaccionar de forma violenta. Aquí no hay jueces ni curas que puedan hacer algo».
Es él y son su hombres, en permanente lucha con el cartel los mal llamados Caballeros Templarios, quienes imponen la ley en la zona.
Es más, uno de los capos narco lo retó a duelo.
«Como en el viejo oeste. Yo estoy siempre armado, porque tengo que defenderme».
«Compramos armas, sabemos que es ilegal, pero no podemos enfrentar a una organización asesina sin armas de grueso calibre».
Mora sabe que estar armado es ilegal, pero afirma que no depondrán su actitud hasta que detengan a los narcos:
«Cuando pase eso, nosotros nos retiramos a nuestros respectivos trabajos».
Michoacán se ha convertido en el mayor desafío para la estrategia de seguridad del presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018) desde que hace casi un año empezaron a surgir en varias comunidades las autodefensas, grupos de vecinos que se levantaron en armas para protegerse de las extorsiones, secuestros y asesinatos a los que los someten desde hace años los Caballeros Templarios, a los que creen coludidos con las autoridades locales.
Tras una escalada de violencia en las últimas semanas, el gobierno federal advirtió, el lunes, que no iba a permitir que las autodefensas sigan luciendo y empleando armas de alto poder no permitidas por ley, pero las autodefensas se resisten a entregarlas.
El control de Michoacán, una región productora de limón y aguacate y que tiene a la mayoría de sus habitantes en la pobreza, es disputado desde hace años por cárteles narcotraficantes, que se aprovechan de sus montañas para esconder plantaciones de marihuana y laboratorios de drogas sintéticas.
Sin embargo, se considera que los Caballeros Templarios, herederos del anterior cártel hegemónico La Familia, controlan mayoritariamente las actividades criminales de la región.