EL YIHADISTA DE PARÍS ESTÁ DESESPERADO

Las juergas en los bares gay del enemigo público número uno: el borrachuzo Salah

Llamó vía Skype a sus amigos porque quiere regresar cuanto antes a Siria, para seguir haciendo la puñeta

Las juergas en los bares gay del enemigo público número uno: el borrachuzo Salah
Salah Abdeslam PD

Salah Abdeslam, está fatal. No puede más. Con su chaleco explosivo a cuestas y dispuesto a todo, el octavo terrorista de los atentados de París está cercado en Bruselas, ciudad donde se mantendrá este lunes 23 de noviembre de 2015 el máximo nivel de alerta antiterrorista. (El atroz vídeo donde Daesh derriba la torre Eiffel y llama ‘cerdo’ a Hollande).

Tras ponerse en contacto el pasado martes con sus amigos del Daesh vía Skype, a través de su móvil y en un desesperado intento por regresar a Siria, -después de inmolarse en un cafe parisino su hermano Brahim-, se teme ahora que en cualquier momento vuelva a cometer otra atrocidad.

DE BARES GAY Y FUMANDO PORROS

El joven de 26 años, que se gasta ahora peluca y gafas, y que está considerado el enemigo público número uno, fumaba cannabis, bebía alcohol hasta hartarse y coqueteaba con hombres en bares gays en la capital de Bélgica. Durante sus resacas jugaba compulsivamente a la PlayStation.

«Siempre estaba saliendo con este tipo de gente», aseguró a ‘New York Post‘ Julien, un camarero de un club visitado por el terrorista hace un mes. (El vídeo prohibido del gay al que tiran desde un tejado y rematan a pedradas).

Se cree Abdeslam es el hombre que alquiló dos coches utilizados por los terroristas en los atentados en la capital de Francia que el viernes 13 de noviembre de 2015 conmovieron al mundo.

También se cree que condujo a su hermano Ibrahim y a un tirador francés a cuatro restaurantes en la zona del Canal Saint Martin de París, donde asesinaron a decenas de personas.

El Seat Leon negro que conducía fue encontrado abandonado en Montreuil, a ocho millas de París, con tres AK47 y 16 revistas en el interior.

Mejor en prisión que en el cementerio

Mohamed Abdeslam, hermano de Salah Abdeslam, volvió a pedirle que se entregue a la Policía, y subrayó que prefiere «verlo en la cárcel a verle en el cementerio».

En una entrevista con la cadena pública francófona RTBF, Mohamed Abdeslam aseguró asimismo que no se dio cuenta de la radicalización de Salah, ni de su otro hermano:

«Hace seis meses vi un cambio en sus comportamientos. Pero el hecho de vivir de manera más sana, de rezar, de no beber ya alcohol, de ir a la mezquita de vez en cuando, no es directamente una señal de radicalización. No tenían un discurso que hiciera pensar en una radicalización».

Mohamed se mostró convencido de que más que radicalizados, sus hermanos fueron «manipulados», y confió en que en el último momento su hermano Salah cambiara de opinión en París y no participara en los ataques. 

«Salah es muy inteligente. En el último minuto ha decidido deshacer el camino. Ha visto algo que no correspondía a lo que esperaba y ha retrocedido. Recuerdo que en estos momentos no sabemos si realmente ha matado, si estaba en el lugar».

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