Lo han puesto a caer de un burro, y no es para menos da su ‘penosa ‘hazaña’ en Niza. «Él no era musulmán. Era un pedazo de mierda», dijo el primo de la ex mujer de Mohamed Lahouaiej Bouhlel, el hombre que mató al menos a 84 personas e hirió de gravedad a 50 este jueves 14 de julio de 2016 en Francia. ( [VÍDEO] Así aplasta sin piedad el ‘lobo solitario’ a sus víctimas en Niza armado hasta los dientes).
El familiar político del asesino afirmó que Bouhlel era consumidor de drogas y golpeaba a su esposa. También aseguró que «nunca rezó ni fue a una mezquita».
En diálogo con ‘Daily Mail‘, el primo de la ex mujer del atacante dijo que éste «bebía alcohol, comía carne de cerdo y tomaba drogas», todos comportamientos prohibidos por el islam.
Hay rumores que indican que perdió su trabajo como conductor de camiones cuando se quedó dormido al volante y chocó contra cuatro vehículos. También estuvo involucrado en una pelea en un bar. Esos dos incidentes hicieron que la Policía lo tuviera bajo observación desde enero.
Además, tenía una denuncia por violencia de género desde hacía dos años. Las agresiones a su mujer provocaron el divorcio.
En las primeras horas del viernes, la Policía revisó el domicilio del atacante. Los oficiales -fuertemente armados- ingresaron a la propiedad alrededor de las 09:30, en búsqueda de datos y pruebas que pudieran dar alguna pista sobre qué alentó al hombre de origen tunecino a provocar semejante masacre.
Luego del tiroteo que terminó con la vida de Bouhlel, los policías hallaron un documento en el interior del camión que llevó a los investigadores hasta la vivienda del sospechoso.
Durante las pesquisas, los agentes interrogaron a una decena de vecinos, quienes dieron un perfil del terrorista. Lo describieron como un hombre «silencioso» y «solitario», según reportó el diario Nice Matin.
En su espacio de aparcamiento, se encontraba una furgoneta, con la que se presume trabajaba, y una bicicleta.
Una familia que vivía en un piso superior al suyo indicó a la Policía que Bouhlel no hablaba con nadie y rara vez devolvía un saludo. Otra mujer, en cambio, se quejó de que el hombre «miraba a sus hijas».