Lo cuentan Sylvina Walger y Laura di Marco en ‘ABC’: Lo de Cristina Kirchner no tiene nada de espontáneo o improvisado. Todo se calcula. La presidenta argentina tiene inclusodos imágenes, según sea el tono de la alocución.
Estos son sus 10 ‘secretos‘:
- EL COLLAR DE PERLAS
En las grandes coasiones, se viste de luto, con un collar de perlas adornando la cicatriz en el cuello de su reciente operación de tiroides y pone una imagen de Eva Perón a sus espaldas. Es una escenografía muy estudiada, que utilizó para anunciar la expropiación de YPF. - EL SEÑUELO DE LAS MALVINAS
Su pensamiento es nacionalista. Por ejemplo, odia a Chile. Le gusta que la seduzcan intelectualmente, siempre que sea con un discurso patriótico. Cuando expropia a Repsol, habla de «recuperación de la soberanía». - ATAQUES DE IRA
Tiene mucha facilidad para desquiciarse. Y más desde que le operaron y le quitaron la glándula tiroides. Si no estás bien medicado, sufres cambios bruscos de humor. Tiene ataques de ira. Le pega a las criadas. Entonces no recibe a nadie, se encierra. Hacía semanas que no aparecía ante las cámaras de televisión dando un discurso. Suele hacerlo cada día cuando está en forma, incluso mañana y tarde. A veces da la impresión de ir empastillada. ¿Litio? Hay un debate sobre si sufre un trastorno bipolar: pasa de la depresión a estados de euforia; llora en público. - EL CÁNCER QUE NO FUE
Su operación enloqueció a todos. Primero dijeron que se trataba de células cancerosas, luego que no lo eran. Se especula que lo del cáncer lo inventaron sus asesores para movilizar a su favor a la población. Uno de esos melodramas que tanto nos gustan a los argentinos. Sale del hospital en vísperas de la quita de subsidios. Todos los servicios públicos estaban subsidiados desde el año 2001. Y entonces anuncia la subida del gas, la electricidad, el agua, la telefonía… porque el Banco Central tiene las arcas vacías. - RENCOR SOCIAL
Cristina padece una especie de resentimiento de clase. Se avergüenza de su padre, conductor de autobuses, hijo de emigrantes españoles. Lo llamaban El Colorado Fernández, pero el vecindario le decía Co-Co por su tartamudez. Cristina evita hablar de su familia. Su madre, Ofelia, quedó embarazada siendo novia de Fernández. No se casaron hasta que la hija cumplió cinco años. Cristina se enamora a los 16 años de un jugador de rugby. Y empieza a codearse con un estrato social más alto. - ENCANTADORA CON LA OLIGARQUÍA
Su gusto por el lujo está relacionado con ese complejo que arrastra desde niña. Cuando viaja a Francia, las grandes tiendas le llevan bolsos, joyas y ropa a la habitación del hotel. Le chiflan Louis Vuitton, Hermès y Bulgari. Puede llevar encima 50.000 euros en alhajas. «No tengo que vestirme como una pobre para ser una buena política», se justifica. - MATRIMONIO DE NEGOCIOS
Cristina y Néstor formaban un matrimonio de negocios. La propia Cristina reconoce que no les gustaban las demostraciones de afecto. Cada cual tenía su vida amorosa resuelta por su lado. A ella se le atribuyen aventuras con un gobernador, un banquero, el jefe de escoltas… Las de Néstor eran bien conocidas. Pero los unía el gusto por el poder. No era una relación de iguales. Él la dominaba. - LOS DOBLONES DE NÉSTOR
Néstor siempre fue un caudillo patagónico que quería hacer plata. Era pragmático. Cristina le ofrenda la expropiación de YPF. La tentación de solucionar la crisis con el yacimiento petrolífero de Vaca Muerta, que vale 250.000 millones de dólares, es grande. ¿Pero de dónde saldrán los 25.000 millones que se necesitan para explotarlo? El patrimonio de los Kirchner creció de 1,5 a 16 millones de dólares en siete años. - EL MITO MONTONERO
Ella tiene un sesgo ideológico muy marcado. Le gusta recordarse a sí misma como una militante de izquierda muy activa durante la dictadura. Pero no fue ninguna subversiva. Yo fui montonera. Y tengo que decir que hubo dos demonios: la dictadura militar y los montoneros. Y estos jóvenes que rodean a la presidenta han idealizado esa época. Para ellos, el mundo empieza con el ‘default’ de 2001. No vivieron la represión. - LA VIUDA ETERNA
Cristina tiene un coro a su alrededor que la adula. Para llegar a ella tienes que ser amigo de su hijo, Máximo. Ni siquiera sus ministros tienen acceso. Los «muchachos» de Máximo forman su guardia pretoriana, aunque no son gente de revólver; más bien, burócratas. Niños bien.