Cabello no era tan bien visto por La Habana, pero ahora Castro ha tenido que aceptar su encaje, porque no quiere perder el maná del petróleo venezolano
Todavía respira, enchufado a las máquinas que le mantendrán con vida hasta que su hija mayor decida que lo desconecten, pero ya se están repartiendo sus pertenencias.
Y por ‘pertenecias‘, en la Venezuela bolivariana que Hugo Chávez ha gobernado desde el 2 de febrero de 1999 se entiende el país entero.
Con su jefe en estado crítico, a pocos metros de la clínica cubana donde permanece ingresado en estado crítico desde hace casi un mes, los gerifaltes chavistas han alcanzado un pacto de no agresión para garantizar la continuidad del régimen y garantizarse el futuro.
SE PASAN LA CONSTITUCIÓN POR LA ENTREPIERNA
En una evidente muestra de lo que planean y d elo poco que les importa la Consticuión, el vicepresidente Nicolás Marduro repitió este 4 de enero de 2013 que Hugo Chávez sigue siendo presidente en funciones:
«Se encuentra en Cuba con un permiso constitucional».
Explicó Maduro, nombrado sucesor por el ‘Gorila Rojo’, que no hay necesidad de que Chávez se presente ante la Asamblea Nacional venezolana el próximo 10 de enero para formalizar su nuevo mandato como jefe de Estado.
Pasándose por la entrepierna el clamor de la oposición y lo que dice su propia normativa bolivariana, explicó la ‘flexibilidad dinámica‘ que existe legalmente para «que se pueda respetar el elemento fundamental de la Constitución, que es que el presidente de la República ha sido electo por las mayorías».
«La Constitución establece, como formalismo, que debe formalizar la asunción ante la Asamblea el 10 de enero, pero el 10 de enero ya comienza el nuevo período».
EL PACTO DE LA HABANA
La Habana ha sido el escenario donde el vicepresidente, Nicolás Maduro, y el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, han rubricado un armisticio político con un único objetivo: perpetuar el chavismo sin Chávez.
Dentro del PSUV, el partido socialista que aglutina todas las corrientes chavistas, Maduro representa el ala civil frente a Cabello que lidera la poderosa facción militar.
El primero fue designado por el propio Chávez como su delfín, pero es el segundo quien ocupará interinamente -durante un plazo máximo de seis meses- la Jefatura del Estado hasta que se convoquen nuevas elecciones, en el caso de que el presidente electo no pueda jurar su cargo el próximo 10 de enero de 2013. Así lo contempla la Constitución venezolana.
En el Pacto de La Habana estuvo presente toda la cúpula oficialista. Además de Maduro y Cabello, participaron Rafael Ramírez, el hombre del dinero en calidad de presidente de la empresa pública Petróleos de Venezuela (Pdvsa); el gobernador Adán Chávez, hermanísimo del enfermo, en nombre de la familia; y Jorge Arreaza, ministro de Ciencia, yerno de Chávez y el hombre emergente.
El reparto de poder entre el diplomático Maduro y el general retirado Cabello quedó escenificado nada más regresar a Caracas, cuando los dos recorrieron juntos una fábrica de café y se pasaban el micrófono el uno al otro.
A ambos les une, además, el mismo enemigo: una oposición debilitada tras las últimas derrotas electorales. Pero los opositores aciertan cuando piden transparencia informativa en estos momentos de incertidumbre.
La sociedad venezolana tiene derecho a conocer el verdadero alcance del estado de salud de Chávez, porque el proceso se está cocinando bajo un manto de opacidad muy poco democrática que recuerda al que rodeaba la muerte de los gerontócratas soviéticos.
Todas estas maniobras entre bambalinas contrastan con el sentido milenarista de las misas multitudinarias que organizan los chavistas para pedir un milagro que salve a su comandante.
El delicado proceso de transición está siendo tutelado, como no podía ser de otra forma, por Raúl Castro, que ya había elegido a Maduro hace tiempo como sucesor de su socio bolivariano.
Cabello no era tan bien visto por La Habana, pero ahora Castro ha tenido que aceptar su encaje, porque no quiere perder el maná venezolano del que depende el porvenir de la Revolución Cubana.
Es mucho lo que se juegan todos. La isla caribeña ha recibido en una década más de 20.000 millones de dólares gracias a los 120.000 barriles diarios de petróleo entregados por Pdvsa.
El chavismo, que sobrevive del crudo para sus programas sociales, se queda con el 50% de los ingresos de forma directa porque los cálculos del presupuesto los hacen a 55 dólares el barril, cuando el precio del mercado ronda los 110.