El próximo 7 de octubre se celebrarán las elecciones presidenciales en Brasil, y en los sondeos de opinión solo aparecen dos nombres aparecen cuando se pregunta a los votantes cuál es el candidato que prefieren. Lula da Silva (20%) y Jairo Balsonaro (15%).
Nos encontramos ante la decadencia nunca antes vista de la política brasileña. El político más popular del país está preso desde el 7 de abril, luego de que un tribunal de apelaciones confirmara su condena a 12 años y un mes de prisión por corrupción. Se espera que el Tribunal Superior Electoral (TSE) anule su candidatura presidencial en los próximos días, ya que la ley de «ficha limpia» impide la postulación de personas con sentencias penales firmes.
El segundo político más popular del país no parece un actor del sistema democrático. Bolsonaro, apodado «El mito» por sus seguidores, reivindica abiertamente la última dictadura militar brasileña (1964 – 1985), quiere sacar al país de la ONU, en sus actos les pregunta a los niños si saben disparar, y dice que preferiría que un hijo «muera en un accidente» antes que verlo en pareja con otro hombre.
En uno de sus escándalos más recordados, llamó «vagabunda» (prostituta) a la diputada Maria do Rosário, del PT, y le dijo que no la violaba porque no lo merecía.
«Bolsonaro es un candidato que defiende la dictadura, las torturas, las desapariciones y los asesinatos políticos perpetrados por el Ejército y por grupos armados de extrema derecha. Las personas que compran ese discurso creen que escaparían de los abusos estatales, y eso está dividiendo profundamente a la nación. Los brasileños están enfrentados en dos grupos que piensan en la destrucción del otro como solución. La escalada de odio y de violencia es galopante», advirtió Orivaldo Lopes, profesor de ciencias sociales en la Universidad Federal de Rio Grande do Norte, consultado por Infobae.
Lo que termina de corroborar la gravedad de la situación es que ya pasaron los primeros dos debates televisivos, que eran muy esperadas por los candidatos moderados para posicionarse ante la opinión pública. Sin embargo, ninguno de ellos pudo aprovechar la ocasión.
La estrella de las dos noches fue Benevenuto Daciolo Fonseca dos Santos, que se hace llamar Cabo Daciolo por el rango que tenía como bombero militar. Si bien las encuestas no le asignan más de 1% de intención de voto, fue el más mencionado en las redes sociales por sus disparatadas intervenciones, que incluyeron la lectura de pasajes de la Biblia y las más insólitas denuncias.
«El electorado brasileño es bombardeado desde hace mucho tiempo con el discurso de la antipolítica -continuó Lopes-. Como el voto es obligatorio, los votantes se vengan eligiendo a candidatos exóticos, que representan la antipolítica. Así le dan un mensaje al sistema: que están cansados de los corruptos que se aferran al poder».