Chile: Las únicas 5 salidas a su crisis social más grave desde Pinochet

Chile: Las únicas 5 salidas a su crisis social más grave desde Pinochet
Manifestaciones en Chile PD

Nada parece funcionar para contener la furia de los manifestantes chilenos, quienes pueden ir disfrazados de un divertido dinosaurio o desnudarse en mitad de la calle, pero también quemar el Metro o saquear importantes zonas de la capital.

La violencia no paró con la decisión del presidente Sebastián Piñera de suspender el alza de 30 pesos (US$0,04) en el pasaje del metro (origen de la revuelta social). Ni tampoco el anuncio de una serie de medidas —entre ellas, el aumento de las pensiones, el ingreso mínimo y la detención de las tarifas de servicios básicos— el 22 de octubre.

Al contrario, la tensión solo ha ido en aumento. Las protestas ha sido cada vez más masivas y los petitorios sobre la necesidad de crear una sociedad más igualitaria y más justa se hacen cada vez más evidentes. Ciudades como Santiago, Valparaíso y Concepción llevan días casi completamente paralizadas. Los pocos supermercados y farmacias abiertos están desabastecidos y desbordados, mientras que los servicios de transporte no dan abasto.

Desde este viernes, además, se sumaron los camioneros, con una movilización en contra del peaje (TAG) de las autopistas. Y lo hicieron bloqueando rutas y generando más caos.

Y si bien la violencia de los primeros días —que incluyó la quema de vagones de metro y buses, saqueos a supermercados y la destrucción de diversos espacios públicos— ha bajado, este viernes continuaban los desmanes y los militares seguían desplegados en las calles.

Bajo este escenario, hoy la pregunta que queda por responder es cómo se podrá salir de la crisis más profunda que ha vivido el país sudamericano en los últimos 30 años. Algunos hablan de un gran acuerdo nacional, otros de la creación de una Asamblea Constituyente, de la posibilidad de acudir a un mediador e, incluso, de la salida del propio presidente Piñera y de su gabinete de ministros.

1. «Diálogo nacional»

La palabra «diálogo» se ha ido apoderando del debate político en Chile, luego de siete días desde el estallido social. Parlamentarios de todos los colores (derecha, izquierda y centro) hablan de la necesidad de «llegar a acuerdos» que permitan crear medidas que apunten a mejorar la calidad de vida de los chilenos.

«A la gente le gusta que los políticos dialoguen, que lleguen a acuerdos. Y creo que parte del descontento con la clase política tiene que ver con eso», le explica a BBC Mundo Loreto Cox, investigadora del Centro de Estadios Públicos (CEP).

«En el tema de las pensiones, por ejemplo, todos sabemos que hay que subirlas y llevamos entrampados muchísimo tiempo en su discusión. Eso a la gente le da rabia», agrega Cox. «En Chile, necesitamos tener un sistema político que pueda responder más fácilmente a las necesidades que van apareciendo».

Pero, ¿qué tanto sirve para destrabar el conflicto que los políticos chilenos alcancen acuerdos? La respuesta a esta pregunta debe tener en cuenta, necesariamente, el desencanto ciudadano con la clase dirigente. Según la última encuesta del Centro de Estudios Público de Chile (CEP), solo un 19% se identifica con algún partido político y la confianza en el Parlamento chileno ha caído al 6%.

Con estos números, es difícil creer que la furia ciudadana se calmará si es que sus políticos dialogan. En algunas de las manifestaciones, de hecho, se ve cómo sus participantes piden la salida no solo del presidente Piñera sino del resto de los dirigentes. «¡Que se vayan todos!», se dice.

Así, la opción sobre la necesidad de incorporar a «líderes sociales» cobra fuerza. «Las instituciones políticas están superdesgastadas y desprestigiadas, y hay un vacío de liderazgo gigante», dice Cox. «Los líderes sociales tienen que participar dando su opinión, entregando ideas y aportando con propuestas y diagnósticos», opina.

Pero, ¿cómo se hace para incorporar realmente las millones de peticiones de todos? Para algunos, una de las opciones es a través de «cabildos abiertos», es decir, pequeñas reuniones locales en distintos puntos del país donde se puedan reunir las demandas de los vecinos.

Por ejemplo, se convocó a varios de estos encuentros a distintas horas en ciudades como Santiago, Puerto Montt o Valdivia, entre otras. El gobierno de Piñera no ha apoyado ni convocado a estas reuniones, pero participar de alguna manera es una opción que están evaluando.

Por su parte, el presidente del Senado de Chile, Jaime Quintana, ha estado en contacto con algunas de las organizaciones que están detrás de estos encuentros. «Para salir de la crisis debemos conectar las instituciones democráticas con los chilenos, con la ciudadanía. Y para eso debemos generar un diálogo extendido en todo el territorio nacional y el gobierno debiera abrirse a estas instancias», le dijo el parlamentario a BBC Mundo. Sin embargo, para que las conclusiones de estas reuniones se traduzcan en medidas concretas, deberán volver al cauce institucional del Parlamento.

Analistas e investigadores como Loreto Cox, aseguran que esa es la única salida pues son ellos quienes, en una democracia representativa como la chilena, deben tomar las decisiones. Y es ahí donde surge una nueva interrogante y donde, de paso, nace otra idea: la Asamblea Constituyente.

2. Asamblea Constituyente

Es un petitorio que hace años viene dando vueltas entre la izquierda chilena. Y, tras el comienzo de las manifestaciones, ha cobrado fuerza. La Asamblea Constituyente aparece como una instancia de participación ciudadana (con representantes populares) que asumen el único objetivo de acordar las nuevas reglas del juego democrático.

En el caso de Chile, el objetivo de quienes la apoyan es para establecer una nueva Constitución Política que reemplace a la actual creada durante el régimen militar de Augusto Pinochet. «Hoy Chile requiere una nueva constitución, que solo es posible construirla de manera democrática y participativa a través de una Asamblea Constituyente», ha señalado la coalición Frente Amplio (izquierda).

Lo mismo ha hecho el Partido Comunista (PC)y gremios como la Central Unitaria de Trabajadores (CUT). «Es la única salida, las calles han expresado el agobio, el abuso, la fractura social que hay en Chile luego de que el Estado privatizara derechos esenciales», dice Bárbara Figueroa, presidenta de la CUT, a BBC Mundo. La idea, sin embargo, no tiene apoyo del gobierno ni de la derecha chilena.

«No le podemos pedir a Piñera que haga un gobierno que no le nace ni que no sabe hacer. Así como no se le puede pedir al Partido Comunista que cree una AFP (Administradora de Fondo de Pensiones), tampoco pueden pedirle a la derecha que haga una Asamblea Constituyente», explica el periodista chileno Matías del Río.

Por su parte, el abogado y académico de las universidades de Chile y de Santiago, Joaquín Trujillo, dice que el problema de una Asamblea Constituyente es que «devalúa el papel del Parlamento que supuestamente es quien tiene que discutir permanentemente estas cosas».

Y, a decir verdad, si la Asamblea Constituyente no se logró imponer durante el gobierno de Michelle Bachelet (donde se prometió una reforma a la Constitución), se ve poco factible que se realice en una administración liderada por alguien como Piñera.

3. Reformas profundas

Políticos y analistas en Chile coinciden en que la única manera de solucionar de fondo esta revuelta social es haciendo profundas reformas al sistema político y económico actual. Porque si bien las medidas anunciadas por Piñera el martes 22 de octubre fueron bien recibidas por varios actores políticos, está claro que no serán suficientes para contener el descontento.

De acuerdo con una encuesta de la organización «Activa Research», entre las principales motivaciones que han generado las protestas, están: el sueldo de los trabajadores, los precios de los servicios básicos, las pensiones de los jubilados, el costo de la salud y de la educación, y el precio del transporte público.

El gobierno está preparando otro «paquete de anuncios» con parte de las demandas que han salido a la luz tras las manifestaciones. El presidente ya adelantó una de esas medidas: un proyecto que apunta nuevamente al aumento de las pensiones, que sube a un 5% la cotización con cargo al empleador y donde el 1% irá a seguros sociales.

Piñera, además, pidió a los parlamentarios que, «en lugar de pelear tanto», aprueben sus proyectos. Para el periodista Matías Del Río, las soluciones de mediano y largo plazo deberán reunir consenso de la oposición y de miembros de la sociedad civil.

«Aquí no hay salidas innovadoras, no hay inteligencia artificial. Hay que sentarse a conversar hasta que lleguemos a acuerdo», dice. El senador Jaime Quintana, en tanto, asegura: «Todo lo que tenga que ver con reducir las desigualdades es fundamental. Tenemos que abrirnos a cambios estructurales, entre ellos, una nueva Constitución».

El parlamentario agrega que «el presidente debe manifestarse más claramente respecto a la reforma a las pensiones y desechar su reforma tributaria. Y, además, otros cambios en materia de servicios fundamentales, como las concesiones de las carreteras. En fin, debe revisarse el modelo», agrega.

4. ¿Renuncia del presidente y de sus ministros?

«Renuncia Piñera» se ha vuelto una frase ícono de las últimas protestas en Chile. Centenares de manifestantes han rellenado pancartas pidiendo la renuncia del mandatario, a quien se le critica por no tener empatía respecto a las necesidades de la población, entre otras cosas.

Incluso, el PC ha dicho que está pensando en presentar una acusación constitucional en su contra para que abandone el cargo. «Si lo pide la ciudadanía, lo vamos a hacer; ya estamos trabajando en ello y preparando jurídicamente el escrito», dijo el presidente del PC, Guillermo Teillier.

No obstante, lo que podría ser una salida a la crisis para los comunistas y para algunos manifestantes, no presenta apoyo en el resto de la esfera política chilena. Incluso miembros del Frente Amplio han llamado a la «cordura».

«¿De verdad hay gente pensando en destituir a un presidente democráticamente elegido? Por favor, díganme que no es cierto», dijo la militante de Revolución Democrática Javiera Parada, a través de su cuenta de Twitter. Coxconsidera que cualquier solución a la crisis debe ser «democrática».

«Las soluciones no institucionales no están normadas y cuando no hay normas prima la voz del que grita más fuerte», dice. Y agrega: «Además, si renunciara el presidente, ¿luego qué? No hay otro líder». En lo que sí parecen estar muchos de acuerdo es en la necesidad de que el mandatario realice un cambio de su gabinete ministerial. Algunos, incluso, hablan de que se debe cambiar a todo el equipo de ministros.

Sin embargo, según fuentes del gobierno, el mandatario no va a hacerlo hasta que no se termine con el estado de emergencia. Para Piñera, mientras hayan saqueos y violencia —aseguran en el gobierno—, la primera prioridad será la seguridad nacional.

«Hay una crisis política radical y los cambios de gabinete ayudan. Ha habido problemas graves de manejo y se necesita gente nueva que pueda lograr los grandes acuerdos que vamos a necesitar», dice Loreto Cox.

5. ¿Mediador?

Históricamente ante crisis importantes los países han utilizado la figura de un «mediador» para solucionar los conflictos. En muchos casos ha sido la máxima autoridad de la Iglesia católica.

«Los mediadores casi siempre son figuras de autoridad moral y que dan confianza a todos los sectores. El problema es que los mediadores clásicos que habían en el mundo, como por ejemplo el Papa, también están muy desprestigiados», dice a BBC Mundo el abogado y académico de las universidades de Chile y de Santiago Joaquín Trujillo.

«La idea no es mala pero costaría encontrar a una figura con la capacidad de intermediar».

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