Lo que hay ahora son 15.000 asesinatos al año, el 90 por ciento por asuntos de drogas
El norte de México es una zona de silencio. Los medios, por desidia o por interés, aunque sobre todo por miedo, han renunciado a informar de la violencia de los cárteles de la droga que cada año se cobra más de 15.000 muertos. Sólo queda internet para saber lo que pasa.
Como explica José Antonio Fúster en ‘La Gaceta’, sólo queda, aunque nadie sabe por cuánto tiempo, El Blog del Narco.
Si un millón de extraterrestres infestaran la Tierra y las naciones decidieran ceder un espacio para crear una «zona alienígena«, con toda probabilidad entregarían el norte de México.
Este es el argumento real de la película Monsters, del director inglés Gareth Edwards, estrenada en 2010. Es una historia basada en hechos reales.
La realidad es que el norte de México es una zona de silencio informativo. Ese norte ya no es aquellos de los 60 y 70 cuando los universitarios cruzaban la frontera para encontrar a su espíritu-guía en una sesión de peyote y tequila.
La fiesta terminó. Lo que hay ahora son 15.000 asesinatos al año, el 90 por ciento por asuntos de drogas.
Los cárteles se matan entre ellos, matan a los civiles a balazos, matan a la Policía, la Policía mata a los sicarios, el Ejército detiene a los narcos, la Policía libera a los narcos, el Ejército dispara a los policías que trabajan para los cárteles, los narcos decapitan a los narcos…
Pero de todo eso, los medios no hablan. Al menos no los medios tradicionales mexicanos, que han renunciado a informar sobre la violencia cotidiana.
¿Por qué Lucy tiene miedo?
Para eso, informar, sólo queda internet. En concreto, un blog nacido en 2010, El Blog del Narco, y que cuenta cada día noticias documentadas sobre el horror.
Documentadas significa que son noticias que llevan nombres y apellidos, los de las víctimas y los del cártel que las mató, pero también significa que llevan fotografías de los muertos, a veces vídeos de los asesinatos, en los que no se ahorran los detalles.
En 2011, dos veinteañeros colaboradores del blog fueron encontrados de madrugada colgados de un puente en la autopista que lleva al aeropuerto en Nuevo Laredo. Ambos, torturados.
Ella abierta en canal. Él, ahorcado. A su lado, un letrero los señalaba como los chivatos que habían usado las redes sociales para señalar las acciones de los cárteles:
«Esto les va a pasar a todos los relajes del Internet, pónganse vergas, ya los traigo en corto, atentamente Z».
Aparte de esos dos colaboradores muertos, nadie sabe quiénes son los creadores del blog. Hay quien dice que es una periodista de poco más de 20 años que atiende al seudónimo de Lucy, y que se va moviendo de casa en casa en cuanto teme que han podido localizar su rastro digital.
¿Por qué Lucy, o quién sea, tiene tanto miedo? Tiene sentido.
A finales del siglo pasado, los Estados Unidos, el mayor consumidor de droga, luchaba contra los cárteles colombianos.
Eran los años de la guerra contra el patrón del mal, Pablo Escobar, los gigantescos secaderos y los laboratorios ocultos en los que se cocinaba la hoja de coca hasta transformarla en pasta base de cocaína.
De cuando en cuando, un bombardero colombiano, con información de la Agencia Antidroga yanqui (DEA), destruía uno. Había docenas. Hasta las guerrilas maoístas disfrutaban los beneficios del control y el cultivo de la coca.
Cuando Estados Unidos controló el tráfico en el Caribe, los cárteles colombianos miraron a la gran frontera entre México y los EE UU.
Cada día, cientos de muleros mexicanos atravesaban desiertos -en autobús, andando, en tren- para abastecer de cocaína a los norteamericanos. Producción, transporte y demanda encarecieron el precio final de la cocaína y los camellos acabaron adulterándola hasta hacerla irreconocible.
En 2001, los adictos descubrieron que la vida es más fácil con metanfetamina, un compuesto sintético sencillo de cocinar que no necesita grandes laboratorios ni costosos productos-base (a partir de pastillas para el resfriado se consigue meta de calidad), sino químicos competentes.
El subidón de la meta es más fuerte y duradero que el de la cocaína y, sobre todo, es barata. La DEA detectó la amenaza y comenzó a desmantelar laboratorios. Lo que antes era una plantación en la selva, ahora era el garaje de una vivienda unifamiliar en Nuevo México o el sótano de una casa en Arizona. Todo el mundo cocinaba meta.
Los Zetas
En 2003, la DEA descubrió y desmanteló 147 laboratorios en Texas y Oklahoma. En 2004 fueron 87, En 2005, fueron sólo 45. Los capos de la droga habían descubierto que era menos arriesgado producir la meta en México, sin esa presión de la DEA.
La estructura mexicana, la misma que fabricaba y distribuía desde hacía décadas marihuana de calidad, estaba preparada para hacerse cargo de la producción y el tráfico de esa nueva droga.
La organización que se puso al mando fue el llamado Cártel del Golfo, un grupo pequeño fundado a finales de los 70, más que nada contrabandistas de licor y muleros, que a finales de los 80 y durante la década de los 90 se expandió gracias a la cocaína.
Durante esos años compraron voluntades, auparon alcaldes y organizaron a la Policía. La tensión entre clanes llevó en 1999 a uno de los hombres fuertes de la organización, Osiel Cárdenas, a confiar la seguridad del cártel a Los Zetas, un grupo formado por desertores de los cuerpos de elite del Ejército que se bautizaron así por sus nombres operativos militares (Z-60, Z-34, Z-14).
Los Zetas se ocuparon de mantener la hegemonía del Cártel del Golfo en todo el norte mexicano. Para ello, no dudaron en torturar hasta la muerte a policías, militares y empleados de otros cárteles menores, como los de La Familia, Sinaloa o los ya mencionados Beltrán-Leyva.
Pero la metanfetamina lo cambió todo. Hace dos años, Los Zetas rompieron con el Cártel del Golfo y se aliaron con el cártel de los Beltrán-Leyva. Como reacción, las organizaciones de Sinaloa y La Familia sellaron una alianza con los del Golfo para luchar contra Los Zeta por la hegemonía del tráfico de droga.
Nadie se interpuso. No, por lo menos, la Policía. La mayoría de las fuerzas del orden del norte mexicano, tal y como reconoce la Fiscalía general, está a sueldo de los cárteles.
Desde entonces, la sangre anega las calles del norte de México. Los Zetas matan a los empleados del Cártel del Golfo y estos asesinar a los padres de los colaboradores de los Zetas.
Estos, a su vez, matan con saña a las mujeres y a los hijos de los empleados del Golfo, que en represalia cortan las cabezas (literal, con sierra mecánica, como demostró uno de los primeros vídeos publicados por El Blog del Narco) de cualquiera que ose ayudar a Los Zetas:
Los del Golfo, con sus aliados los de los cárteles Sinaloa y La Familia, dejan los cuerpos de sus enemigos cosidos a cuchilladas (con todos los cuchillos clavados) en las plazas a plena luz del día.
Los Zetas, en represalia, entran en los velatorios de los del Golfo y acribillan a tiros a todos los presentes mientras usan el secuestro -narcoretenes y narcobloqueos en las calles- y la extorsión de civiles como una forma de financiar la guerra contra sus enemigos.
Queda explicado así el miedo de cualquiera que ose informar sobre la guerra del norte de México, incluido los anónimos corajudos del Blog del Narco que el pasado 17 de abril, presentaron un libro contando la historia del blog y de esta guerra sin fin.
Desde entonces, El Blog del Narco no se actualiza.