La indignación popular y las protestas ciudadanas contra el represor e incompentente gobierno de Nicolás Maduro están teniendo repercusiones más allá del azote político que suponen para el chavismo.
Diversas vías se encuentran bloqueadas y, en ellas, una gran cantidad de camiones con productos esenciales para los venezolanos están parados y a la espera.
La paralización del transporte de alimentos se está acentuando en Venezuela tras las protestas y se está convirtiendo en un tema que empieza a dar de qué hablar.
El desabastecimiento que produce esta situación era considerado uno de los detonantes para estas protestas, que paradójicamente están terminando por provocar un aumento de este problema.
Algunos de los camioneros han suspendido los viajes por falta de seguridad, y otros han apagado sus motores en solidaridad con los manifestante.
«No solamente podemos perder los camiones, o las cosechas. También podemos perder la vida», dijo Freddy Rosales, un representante de la asociación de productores de hortalizas de La Grita.
«Ya nos saquearon un vehículo y quemaron otro».
Aunque en Caracas las protestas han ido perdiendo intensidad con el paso de las semanas, en Táchira han continuado el viernes los disturbios y los saqueos.
Maduro, que enfrenta su mayor desafío en sus 10 meses de gobierno, sostiene que la oposición y los empresarios buscan ahogarlo económicamente para derrocarlo.
Para el presidente, se trata de un guión premeditadamente montado y ya conocido: pretenden sembrar el caos para favorecer un golpe de Estado, como cuando en 2002 una ola de protestas sirvió para derrocar brévemente a Hugo Chávez.
Esa crisis de hace ya más de una década produjo un paro de dos meses en la industria del petróleo, principal fuente de ingresos de Venezuela.
«Con el paro petrolero perdimos 20.000 millones de dólares y el Producto Interno Bruto se fue para el piso», ha dicho Maduro.
«Eso es lo que ellos quieren esta vez».