La Embajada chavista en Madrid es una réplica en miniatura del desastre que se vive en Venezuela. Fuentes de la delegación diplomática de Nicolás Maduro confirman en exclusiva a Periodista Digital América que el embajador Mario Isea «ha viajado en secreto a Caracas. Para que no se conociera su viaje, no ha dejado a ningún encargado oficial y, de esta manera, poder ocultar sus vacaciones o su escape, ya que nadie sabe siquiera si volverá o no». Una situación que está generando un gran descontento interno y el inicio de lo que podrá terminar por ser una sublevación.
Los empleados de la Embajada están inconformes con la Administración del dinero. «Isea se va de viaje, pero deja las nóminas sin pagar. La embajada se cae a pedazos. Eso sí, la plata [dinero] si la tienen para pagar a los asesores de Izquierda Unida», afirman a este diario, haciendo referencia a la contratación de la Embajada a Juancho Santana, dirigente de Izquierda Unida que ha entrado a la plantilla como asesor del régimen chavista y que recibe su pago directamente «desde presidencia», mientras que los trabajadores han tenido que pasar meses sin percibir ningún ingreso económico.
«Isea ha salido de España violando los convenios internacionales, donde es obligatorio y necesario dejar a un sustituto. No entendemos las decisiones que ha tomado y hasta pensamos que podría estar escapando de sus obligaciones frente a la Embajada«. En este sentido, la pregunta que se murmura entre los pasillos de la Embajada es «¿Por qué el secreto en algo que puede ser abordado como un procedimiento normal de trabajo?». Lo único que están seguros es de que Isea quería dejar todo lo más avanzado posible antes del viaje, por lo que ha aumentado la carga y presión de todo el equipo a su disposición. El mismo al que, sin embargo, no paga desde hace meses.
Descontento generalizado
A pesar de que en la Embajada se vive el día a día con una tensa calma que simula normalidad, en realidad existe un descontento generalizado. Los empleados no sólo están molestos porque llevan meses sin cobrar por sus servicios, sino porque la ‘revolución chavista’ ha demostrado que sí hay dinero para lo que les interesa. En este sentido, no solo se ha pagado el viaje de Mario Isea, sino también a la nómina del ‘fichaje estrella’ de Juancho Santana, la creación y pega de carteles dentro y fuera de la Embajada contra el bloqueo de Estados Unidos o el financiamiento de los viajes que Willy Toledo y la ‘nueva Pablo Iglesias del chavismo’, Arantxa Tirado, han realizado a Caracas para hablar bien del régimen.
La embajada chavista de Venezuela en Madrid está llena de revolución, pero no socialista. Sino de los trabajadores que, al igual que toda la población venezolana, ven cómo las mentiras, las triquiñuelas y la manipulación benefician a los encargados del poder y hunden al resto de los ciudadanos.
