La superstición de los dictadores adopta distintas formas. Mientras los nazis tenían todo un mundo ocultista detrás, los líderes de la ‘revolución bolivariana’ apuestan por combinar tres corrientes: El cristianismo, la santería y la secta de Sathya Sai Baba. “Un arroz con mango espiritual, como se suele decir en Venezuela”, bromea David Placer, el periodista que acaba de publicar su última obra ‘El dictador y sus demonios, la secta de Nicolás Maduro que secuestró a Venezuela’.
Placer, quien ha realizado una profunda investigación sobre los ritos esotéricos vinculados a la dictadura venezolana, también afirma que el rostro más diabólico del régimen está en sus prácticas cotidianas. Por ejemplo, en la creación de escuadrones de la muerte. “Negocian con policías o delincuentes que están en prisión para que realicen asesinatos específicos de aquellas personas que interfieren con sus intereses o, incluso, para atacar a las manifestaciones de la oposición”.
A cambio de sus actos criminales, “a muchos de ellos les regalan un día de libertad por cada persona que asesinan, además de darle todas las garantías y comodidades dentro de la prisión”. Es importante recordar que es de conocimiento público que en las prisiones de Venezuela los líderes de las bandas criminales han construído gimnasios, discotecas y zoológicos, entre otras excentricidades. “En muchos casos los policías tienen que pedirle a los delincuentes el acceso al servicio del agua, ya que ellos son la ley”, precisa el autor.